Empezaré diciendo que mi opinión de la SGAE y de sus directivos, especialmente, de Teddy Bautista es bastante pobre. Hace unos meses la publiqué aquí. Me ratifico en lo dicho entonces porque, entre otras muchas cosas, han conseguido que a los autores en España se les considere unos peseteros y que su prestigio ande en los niveles más bajos de su historia. Y no hablo por hablar. Pertenezco, como autor, a la SGAE desde 1976 y ya he visto pasar mucha agua bajo el puente.
Pero, pese a mi animadversión hacia una SGAE que no reconozco y hacia unos directivos que la han convertido en algo que sólo favorece a los grandes autores despreciando a los pequeños, estoy absolutamente en contra de la condena que esos directivos ya han recibido de la opinión pública después del sumarísimo juicio que se le ha hecho este fin de semana por algunos medios de comunicación.
La presunción de inocencia es un derecho constitucional y como tal hay que respetarlo. Y no defiendo con ello la opinión interesada y absurda de un cantamañanas como Calamaro o de un tipo que paga sus impuestos en Miami como Alejandro Sanz que, por vergüenza, debería mantener la boca cerrada. Yo hablo de algo más importante.
Porque lo cierto es que no puede valer todo. No se puede condenar a ciudadanos por simple apariencia como se ha hecho ahora con los directivos de la SGAE o como se hizo con el caso Gürtel. Y menos en un país como España con un ordenamiento jurídico absolutamente garantista. Y hablo de medios de comunicación muy importantes que han convertido detenciones de ciudadanos en un espectáculo jurídico sin juicio pero con sentencias de primera página o de portada de telediario y un cumplimiento eterno de la pena.
El pasado miércoles, por ejemplo, el Juez Antonio Pedreira dictó un auto exculpando al ex diputado europeo del PP Gerardo Galeote, implicado en el famoso caso Gürtel. Todo lo que se dijo de él en aquellos informes policiales, análisis de expertos y conclusiones fiscales han resultado ser falsos, según el juez instructor.
¿Y ahora qué? Nada. Lo que queda del diario El País, que lo machacó, apenas ha dado la noticia en un lateral de una página muy interior. Pero Galeote ya es un cadáver político.
Y así podría seguir. Francisco Camps, por poner otro ejemplo, es ya otro cadáver político. Camps es un político mediocre tirando a malo al que le tocó en una tómbola ser Molt Honorable President de la Generalitat valenciana pero ya ha sido condenado por los trajes sin haberle juzgado.
Lo único condenable que ha hecho este político menor ha sido mentir sobre su compra. Y por el hecho de mentir debería haber dimitido porque un mentiroso deja de ser, inmediatamente, Muy Honorable. Pero condenarlo, como se le ha condenado, por los trajes sin haber esperado a que se le juzgase no es de recibo.
Creo, sinceramente, que hay que esperar a que se juzgue a los directivos de la SGAE.
Otra cosa es que la Justicia en España sea, desesperadamente, lenta…
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Pinocchio