Alfredo, Rubalcaba como le conocemos popularmente, ya ha empezado la campaña, como corresponde a un político que se tendrá que enfrentar a un “marrón” difícil de digerir. Hay que tener ganas para solicitar la herencia que deja Zapatero, pero él es el único que puede hacerlo y se atreve. Máxima atención porque este no es un aprendiz. Sabe comunicar. Claro que las circunstancias le obligan a empezar fuerte y eso hace. Y lo hace con la banca, el paro y la sanidad. La banca me da igual pero la sanidad no, ¡por favor!, dejemos en paz a la sanidad, que no vuelva a ser la piedra que sirva para arrojársela unos a otros sin compasión. No. Ya hemos visto como Tomás Gómez se ha pasado todo un mes amenazando a los madrileños con la privatización que se nos venía encima si ganaba Esperanza Aguirre en Madrid. Falso. Pero no le ha importado lo más mínimo propagar un engaño sin calcular los daños. La verdad es que Alfredo no es Tomás, ni mucho menos, pero hace un anuncio que me inquieta. Asegura que dará a las comunidades autónomas 8.000 millones para aliviar las arcas sanitarias. Esto me suena como aquellos 11.000 millones que ZP repartió entre las comunidades autónomas sin venir a cuento y para camuflar un pago a Cataluña. Fueron once mil millones de Euros que provocaron un mayor endeudamiento del Estado. ¿Y para qué sirvió?, para generar más deuda y para bajar el sueldo a los funcionarios. Fue uno de los errores que nos trajeron hasta aquí. Mal empieza Rubalcaba si piensa centrar su estrategia en repartir cantidades entre las comunidades autónomas, dinero que utilizarán como les venga en gana, incluida o no la sanidad. Porque esa es otra. ¿a dónde irá el dinero?, miedo me da.
Con la banca que haga lo que quiera pero con el resto sin engaños. Porque eso de que sabe lo que hay que hacer para eliminar el paro, me suena a cuento chino. Son muchos años en el gobierno y siempre de ministro como para creerme ahora que sabe solucionar un problema que nos agobia desde hace cuatro años. No creo que haya estado engañando a Zapatero, a pesar de la fama que le persigue. Por lo tanto el paro no sabe como solucionarlo.
No quiero olvidarme de la sanidad que, ahora, es lo que de verdad importa. Habrá tiempo para analizar el futuro de algo tan esencial de esta sociedad en la que vivimos, pero, de momento, hay que salir en defensa de un servicio que necesitamos todos en algún momento y con la intensidad que haga falta, sin límites y sin recortes por razones económicas. Nuestro sistema de salud es uno de los mejores del mundo, quizá el mejor, y no lo podemos estropear, aunque haya que hacer reformas. Cambios, los necesarios pero que siga siendo gratuita, universal y de calidad. Nada de copago, nada de facturas por servicios determinados. Hay otros sistemas para mantenernos como estamos sin deteriorar nuestro capital sanitario. Por ejemplo un pacto de Estado. Gestión global …….. Y otra cosa que esos ocho mil millones los administre el estado. Desconfío del destino que les puedan dar las comunidades y sus responsables.
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Pedro Fernández