domingo, noviembre 24, 2024
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Españoles por el mundo

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Hoy no voy hablar de política, ni del Gobierno, ni del PP ni del PSOE, ni de cómo los sindicalistas de una sentada se gastan en una comida el presupuesto de vacaciones de toda una familia. Hoy sólo voy hablar de las vacaciones típicas de un español cuando tiene arrestos para salir por Europa a conocer otras cosas al margen de sus señas de identidad y de sus raíces profundas. Porque españoles profundos, haberlos “haylos”.  Nosotros, es decir; mi mujer, mi hija y yo, todos los veranos cogemos el coche y os prometo que sin preparar ni reservar nada, enfilamos para el norte y no paramos hasta llegar a Europa. Porque hoy más que nunca, Europa empieza en los Pirineos, eso os lo puedo garantizar.

Si viajas por libre sin que nadie te organice la vida, es cuando descubres la verdadera idiosincrasia del Europeo; su forma de pensar, sus libertades, costumbres, tradiciones, etc. Ahora bien, si lo que te gusta es que te organicen la vida, para eso vas a una agencia de viajes o te quedas en España. Aquí tienes expertos en organización, Rajoy y el perezoso Rubalcaba están obsesionados en dirigir y controlarte tu vida desde que te levantas hasta que te acuestas y qué lengua tienes que utilizar, cuándo y cómo puedes mear.

Yo sé que es complicado lanzarse a la aventura por Europa. No todos tienen el coraje y no todos tienen la preparación, porque imaginaos a un gallego profundo con su portugués mal hablado intentando recabar información en una oficina turística. No es coña, lo he visto, lo he vivido. El verano pasado, estando en la oficina de Turismo de Brujas. Delante de nosotros se encontraba una pareja de españoles intentando aclararse con la “oficiala” Belga.

¿Cómo supe que eran españoles? Muy sencillo, llevaban gorrita, camiseta de publicidad, con su bolsito de bandolera y su mariconera respectivamente, y por supuesto con unos “piratas” homologados por la federación de horteras de España. Y para certificar su sello de identidad, llevaban sus correspondientes “chancletas”. La cola se estaba alargando, el tema se estaba liando y teniendo la seguridad de que eran españoles, me acerqué para ayudarles, pues aunque no hablo gallego, ni vascuence, ni catalán, hablo inglés y soy bilingüe en francés.

Pero no hizo falta mi demostración lingüística, la traductora hablaba perfecto español y sólo tuve que traducir a la “traductora” lo que esta pareja quería saber. Mi sorpresa fue que eran españoles pero no ejercían, eran gallegos y su español daba pena. Eran hijos de la “sodomización lingüística” de Feijoo y compañía.

La pareja, Benxamin y Antoñina, eran encantadores y rezumaron gratitud al sentirse ayudados. Todo su problema era encontrar el hotel Vanges de Brujas. La “oficiala” de turismo les enseñaba el mapa con el nombre en Flamenco de “Brugge” y ellos que lo  tenían anotado en francés, insistían en que querían ir a “Bruges”. No había forma de aclarase, todo lo que preguntaban con su portugués hispánico, la traductora no alcanzaba a entender ni comprender.

Una vez  aclarado el entuerto y ya relajados sabiendo que Brujas, Brugge o Bruges era lo mismo, nos sentamos a tomar unas cervezas en la plaza Markt o plaza Mayor. Lo cierto es que disfruté mucho en compañía de unos maravillosos imbéciles que no entendían como un topónimo podía llamarse de tres formas distintas. Mucho menos comprendían cómo la traductora de la Oficina no les entendía y menos aún, que no supiera gallego, pues el gallego es una lengua muy importante y gallegos los hay en los cinco continentes.

Yo no me suelo callar ni con mi padre, pero cuando estoy con mi mujer, que me domina y reprime mis aspavientos viscerales, me suelo contener y por ello, simplemente nos limitamos a asentir con la cabeza mostrando solidaridad con su queja.

Pero, ¿cómo podía explicarle a esta pareja que el gallego no sirve para nada?, que es una lengua pijama que sólo sirve para ir por casa. Además, imposible transmitirles que lo que hablan no es español ni es gallego y mucho menos portugués.  Respecto a los topónimos -que no sabían lo que eran- tienen delito porque en “A-Galicia” no queda un solo topónimo sin mutilar. Y encima estos sujetos, llegan las elecciones y votan. Claro, votan lo que votan.
 
La historia podía terminar aquí, pero no, Murphy existe y lo dejó patente ese 22 de Agosto.

Estando los cinco sentados en la terraza, aparecieron en escena una pareja de españoles que venían paseando por la plaza. Éstos también llevaban el uniforme reglamentario; piratas, chancletas y un mapa en la mano. Al pasar por nuestro lado y oírnos hablar español, se detuvieron para solicitar ayuda, pues llevaban 6 horas buscando el coche que lo habían dejado al lado de un canal y no lo encontraban. Estos pavos no sabían que a Brujas se le conoce como la Venecia del norte.

Yo que soy muy abierto y el ofrecerme me cuesta poco, les dije que no hay problema, sé francés y sólo tenían que decirme alguna referencia que se acordaran cuando dejaron el coche. Les invitamos a sentarse un momento para aclarar la situación y al presentarse, ella lo hizo como Agnés y él como Agoztar. Mis niveles de tolerancia autonomista estaban rebasando los límites.

Tranquilamente les empecé a averiguar la vida y tras comprobar que ella hablaba catalán y él, vasco radical, les comenté que tenían mala suerte, sabiendo tres idiomas no les servía de nada. A todo esto, los gallegos sólo miraban, creo que hablábamos un español muy avanzado para ellos.

Por el desarrollo de la conversación y mi actitud pasotista con esta banda tribal, mi mujer que me conoce bien, puso punto final recordando que teníamos que visitar a unos amigos y debíamos irnos.

Al ponernos en pie, el Agotzar me dijo que si podíamos ayudarle antes de irnos, a lo que respondí que era muy tarde, pero seguro que pasaría por ahí algún vasco-francés y le ayudaría. Otra opción era buscar la Embajada Catalana y así justificar la millonada gastada.

Nos pusimos en pie, nos despedimos alejándonos viendo el espectáculo nacionalista formado por dos pares de dos. Una perfecta camada de imbéciles que jamás serán conscientes de sus limitaciones.

Como las paranoias autonomistas se curan viajando, posiblemente estos “Charlys”, cuando vuelvan a su ombligo del mundo cambien de actitud nacionalista y se curen, o posiblemente sigan igual, pensando que el mundo es demasiado complicado para ellos.

Así que si decides ir de vacaciones por Europa, no te olvides de los “pirata” y las “chancletas”, te imprimirá seña de identidad con buenas dosis de horterada. Todos sabrán que eres español y aunque no lo hables, algún compatriota te podrá salvar de algún entuerto. Y si además del Español sabes una lengua de verdad, te podrá ayudar más que tu lengua tribal.

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Juan Vicente Santacreu

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