Decía un clásico que sólo merecen ser tomados en serio aquellas cosas de las que nos podemos reír. Le faltó el ejemplo: la última salida de Marta Ferrusola, conocida en el siglo por ser la esposa de Jordi Pujol, ex presidente de la «Generalitat». Ha dicho que sería «horroroso» que el Barça promocionara la «marca» España como oferta turística pero, en cambio, no le parece mal el patrocinio de Qatar, una de las dictaduras del Golfo Pérsico.
Militante nacionalista muy activa y aficionada a los deportes de riesgo, la señora Ferrusola es el paradigma de una ciudadana burguesa que no ha pasado jamás por las penurias económicas y sociales por las que sí transitaron los miles de emigrantes andaluces, murcianos, gallegos o extremeños que a lo largo de las últimas cuatro generaciones, con su trabajo y sudor, contribuyeron de manera decisiva a la prosperidad económica de Cataluña.
Jordi Pujol fue encarcelado durante la dictadura de Franco por defender la identidad de Cataluña en una época en la que el régimen franquista también oprimía las libertades del resto de los ciudadanos españoles. Fue una época en la que buena parte de la clase social a la que pertenece la señora Ferrusola y, desde luego, el grueso de sus vecinos de la oligarquía industrial y financiera catalana, se repartieron los grandes negocios. Eran gentes que procedían de familias burguesas que habían saludado con alivio la entrada de los «nacionales» por la Diagonal en la primavera de 1939.
Los estadillos repletos de apellidos catalanes del «Tercio Nuestra Señora de Montserrat» son muy ilustrativos al respecto. Ferrusola tiene derecho a expresar lo que quiera siempre y cuando no olvide que por ser quien es y lo que representa su marido, sus palabras adquieren un eco llamado a introducir un ruido indeseable en el sistema de convivencia democrática. Un ruido que parece teñido de tanta distancia como desprecio hacia lo que representa para millones de españoles la idea de España, país, por cierto, del que forma parte Cataluña. La parece mal que los jugadores del «Barça» pudieran llevar en la camiseta el nombre de España, pero no que puedan llevar el de Qatar, un dictadura que trata de manera anclar a las mujeres. ¡Qué tiempos! ¡Cuánto fanático!
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Fermín Bocos