domingo, noviembre 24, 2024
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Las cuentas y la “corte” de Candau

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Ha sido asombrosa la repercusión que ha tenido el último artículo “Villa por Candau. Mal empezamos”, publicado la semana pasada en Estrella Digital. Expreso mi sorpresa porque no dejaba de ser una reflexión cuyo único objetivo era hacer ver que la actual presidenta de la Castilla-La Mancha había perdido una gran oportunidad de apostar por la independencia y la gestión económica al nombrar a Ignacio Villa director general de la televisión autonómica.  Por el contario, la Sra. De Cospedal –esa sigue siendo mi tesis- ha apostado por la revancha y el radicalismo, lo cual no es ninguna sorpresa como está demostrando en sus primeras decisiones de gobierno.

Lo realmente sorprendente han sido las repercusiones en la “corte” de Candau, apodado en los medios de la región como “el virrey de Castilla-La Mancha”. Tantas ampollas parece haber levantado que algunos de sus palmeros, utilizando nombres falsos, han inundado Estrella Digital de comentarios  en contra de mi persona. Están en su derecho, pero no habría venido mal que se identificaran y dieran la cara como hago yo en esta humilde columna.

Naturalmente yo no respondo a semejantes provocaciones, pero es evidente que los autores de esos comentarios anónimos los escriben con la herida en carne viva. Les honra , por decir algo, la “adhesión inquebrantable” que le profesan a García Candau.  ¿Quién no se la tendría después de diez años viviendo el chollo padre? La mayoría de los directivos se van de Toledo con el rabo entre las piernas y sin haber movido un dedo por Castilla-La Mancha ni por su televisión. Otra cosa es la nómina recibida de gratis. Tan agradecidos estaban por ese retiro dorado que les proporcionaba el virrey que, sin noción de la realidad, se dedicaron física y metafóricamente a acompañar con bandurrias y panderetas las noches de tuna cuando al jefe le daba por cantar. La cosa de los tuneros o tunantes, que nunca he sabido la diferencia.

Así, entre algarabías y gestión, se puede encontrar un director de informativos que desinformaba, un director de comunicación que incomunicaba y un director comercial al que todavía se le espera que se haya “currado” un spot.  Durante casi diez años es lo que ha ocurrido en esa televisión.  En una década Candau no ha cambiado a ninguno de sus directivos, lo más que ha hecho –eso sí- es engordar el organigrama con más amigos procedentes de Madrid. Y para que no quepa lugar a dudas, el lector debe saber que fui el primer director de Radio Castilla-La Mancha y, con las mismas, él único directivo que le dijo NO a Candau y se marchó voluntariamente. Lo que hoy escribo en esta columna me lo escucharon decir muchos compañeros, en Toledo y en Madrid, tanto en público como en privado y expuesto al entonces presidente Bono. No ejecuto venganzas, por que no está en mi mano ni tengo motivos, sino que retrato hechos y –a continuación- planteo dudas que deberían aclararse en una auditoría.

Pero dicho esto, reitero que quienes realmente son responsables de la nefasta gestión llevada a cabo en  Castilla-La Mancha Televisión no son estos ni otros estómagos agradecidos ni el propio Candau, sino Bono por nombrarlo y Barreda por mantenerlo. Me consta que, en el caso del presidente saliente, se “subía por las paredes” por la programación que el director general emitía en CMT. Era un permanente desprecio a la inteligencia de los castellanomanchegos, con proliferación de películas del Oeste, series caducas y cutres programas de producción propia o ajena. Eso por no hablar de los informativos. 

La idea de la privatización de la cadena por parte de De Cospedal, nace ante el despilfarro, la manipulación y el veto al PP. Una pena que la presidenta no haya tenido más altura de miras.

Y ahora llega Ignacio Villa, tan sectario como Candau, pero al otro lado.

El País definía al periodista de la COPE como “un tertuliano incendiario, azote del aborto y defensor de la teoría de la conspiración del 11-M”.  Un periódico digital de Toledo (DCLM) recordaba que el anuncio del nombramiento de Villa se producía tan solo unas semanas después de que la presidenta De Cospedal denunciara el “sectarismo” de TVE.

Con todo, y con independencia de que la anunciada privatización pueda llevarse a cabo, sí es cierto que al nuevo director general de Castilla-La Mancha Televisión, con las dudas que gnera,  le queda por delante una importante tarea de saneamiento económico. Lo primero que debería acometer es una profunda auditoria para saber exactamente el estado de las cuentas que tantas veces se ha negado a detallar Candau en la Comisión de Control de las Cortes. Los ciudadanos tienen derecho a saber la liquidación de los presupuestos y lo que cobran los directivos, cuantos hay y cuales son sus funciones. La auditoría debería revelar la cuantía de los ingresos publicitarios y del contrato programa. También lo que cuestan las corridas de toros y con qué empresarios taurinos se  contrata. De igual modo sería obligatorio conocer las productoras con las que se trabaja y el nombre de sus propietarios y, por supuesto, el montante de los contratos. No estaría de más obtener detalles de los costes que tuvieron  y las productoras que ejecutaron las casposas galas musicales que tanto le gustaban al director.  Sería muy interesante conocer el método de contratación pública de equipamiento y el reconocimiento de proveedores y quienes son los que más repiten en las adjudicaciones directas. Y mil cosas más.

De todos modos, como la memoria enflaquece que es una barbaridad, hay que recordar el demoledor informe de 2008 del Síndico de Cuentas de Castilla-La Mancha sobre la gestión de García Candau. Tampoco conviene olvidar, publicado en ABC el 15.09.92,  las denuncias del PP contra Candau por presuntos delitos de prevaricación y malversación de caudales públicos. Y también que, junto a Manuel Soriano –exdirector general de Telemadrid- ha sido el que ha recibido más denuncias de manipulación. Habría que recordar también el tándem Candau-Iglesias en los estertores del felipismo. Pero esas son otras historias.

A lo mejor todo se reduce a una cuestión de transparencia, honradez y deontología.

Tres valores que, según parece, pasaron de largo por algunos despachos de CMT.

Alfonso García

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