Televisión y móvil. Es la receta de las telefónicas para ganar mercado. La batalla por los usuarios está en la convergencia y los dispositivos inteligentes, los que permiten mayor acceso y selección de contenidos y servicios. Telefónica, Ono y Orange rebajan el precio de la banda ancha y confían en la televisión para atraer clientes. La migración hacia las nuevas pantallas y la convergencia de televisión y banda ancha se acelera y anuncia un nuevo cambio en el mapa audiovisual, agotado de zapping.
Los paquetes de servicios son la gran herramienta de las operadoras para atraer clientes. El 39% de los hogares tienes paquetes con tres servicios y un 16% con cuatro, según los datos de Red.es. Entre ambos concentran el 68% del gasto total. El acceso a internet es el que más ha crecido y las telecos confían en una oferta de televisión de pago de menor precio, más personalizada y a demanda para ganar mercado.
Ono trae a España Tivo, el sistema pionero de televisión inteligente y grabación en disco duro para no depender de la programación. El anuncio coincide con el lanzamiento de su internet de cien megas, un empujón al mercado de alta velocidad gracias a la fibra óptica, tendida con exasperante lentitud por las operadoras.
Telefónica y Orange apuestan por rebajar los precios y ofrecer todo el fútbol después del acuerdo entre Mediapro y Prisa para rentabilizar los derechos en todas las pantallas y en todos los operadores: satélite, TDT de pago, cable y banda ancha.
En el horizonte, el anuncio de que el servicio de streaming –sin descarga- de vídeo Netflix, la gran competencia de la televisión de pago en Estados Unidos, podría llegar a España el año próximo.
La televisión avanza hacia la convergencia con la audiencia más fragmentada que nunca. La televisión de pago crece en el cable y el ADSL, donde aumentan sus ingresos y rentabilidad por abonado. Unos apuestan por más contenidos, otros por las nuevas tecnologías de alta definición y 3D. Pero sólo la rebaja de precios parece revitalizar un mercado asfixiado por la crisis.
En lo que todos comienzan a estar de acuerdo es que el futuro está en la televisión inteligente, el acceso a cualquier contenido a demanda, sin depender de la programación y con sistemas de recomendación tecnológicos y sociales para evitar la maldición del zapping, una palabra que va cayendo en desuso cuando los usuarios pueden elegir qué quieren y se fían más de las redes sociales que de las guías de programación.
Las operadoras toman posiciones mientras las televisiones todavía luchan por adaptarse a la fragmentación de la audiencia y a la concentración del negocio. La interactividad y la televisión bajo demanda, grandes olvidados del apagón analógico, rebasan las posibilidades de la TDT e imponen su atractivo entre los grandes consumidores audiovisuales.
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Juan Varela