Superados todos los escollos que impedían que la Duquesa de Alba pudiera convertirse finalmente en señora de Díez, la boda se celebrará el próximo miércoles en el Palacio de Dueñas, en Sevilla, en presencia de sus hijos, de sus nietos, de sus ex nueras y ex yerno, así como de un grupo reducido de amigos que la han apoyado en una aventura que indudablemente le ha devuelto la alegría de vivir, la esperanza y la ilusión, a una edad en la que la mayoría de las mujeres se refugian en la familia o en la soledad, dejando atrás sus ansias de aventuras sentimentales. La mayoría menos Cayetana que desde jovencita demostró tener una gran personalidad, y un carácter capaz de derribar cualquier impedimento que se ponga en su camino.
Lo demostró cuando después de la Guerra Civil dedicó todos sus esfuerzos y medios económicos para levantar el patrimonio heredado de su padre, pero muy especialmente para reconstruir el Palacio de Liria, una de las joyas de su corona, que cuenta con 200 dependencias -repartidas en tres plantas-, 26 salones, una colección de arte de las más importantes de Europa, y una biblioteca con más de 30.000 libros, algunos de ellos como una Biblia de 1430, el Testamento de Fernando el Católico, cartas autógrafas de Cristóbal Colón, así como las capitulaciones matrimoniales de Juana y Felipe el Hermoso. Un palacio, situado en el centro de Madrid, que en su día heredará Carlos Fitz-James Stuart Martínez de Irujo, su primogénito.
Que la Duquesa de Alba haya repartido parte de su herencia en vida -y digo parte porque lo más valioso de su patrimonio pertenece a la Fundación Casa de Alba, que preside Cayetana y que gestionan sus dos hijos mayores-, demuestra dos cosas: una, que las dudas esgrimidas por sus seis hijos sobre las buenas intenciones de Alfonso Díez, calaron en su animo, razón por la cual decidió donarles su fortuna meses antes de que se celebrase la boda. Dos, que por muy enamorada que esté del anticuario, el amor por sus hijos está fuera de toda duda, no en vano son los tres mayores -Carlos, Alfonso y Cayetano-, los gestores de su inmensa fortuna. A la que por supuesto no tendrá acceso su futuro marido por deseo expreso de la Duquesa y a petición de los hijos.
Así las cosas, sólo queda por saber cómo será el traje que lucirá Cayetana el día 5 de octubre, y que con tanto mimo han diseñado los sevillanos Victorio y Lucchino.
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Rosa Villacastín