lunes, noviembre 25, 2024
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El sexo del vino

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Hace unos días, un estudio de la Universidad de Florencia señalaba que el vino era un buen aliado en la líbido de la mujer. Y ustedes me dirán vaya descubrimiento y tendrán razón al decirlo. Y, si no, que se lo pregunten a nuestros abuelos, cuando no había televisiones ni ordenadores que los fundó, cómo después de cenar el huevito frito o la sopa de ajo se tomaban una copita de vino. Era el mejor bálsamo para entrar en calor en todos los sentidos. Pero lo cierto es que el sector del vino está en busca del sexo femenino por otra razón.  La Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas (CECRV) la Federación Española del Vino (FEV) lanzarán una campaña, próximamente, para incrementar el consumo nacional, con un objetivo o target principal, que queda más snob, la mujer.

Quién nos iba a decir, hace unos años, que una pequeña gran mujer alemana iba a dominar la economía europea o que aquí, en nuestro país, hubiera políticas, científicas o empresarias que hayan llegado a los primeros puestos por méritos propios, y no por estúpidas leyes de igualdad. Y en esta nueva situación, el sexo femenino también tiene mucho que decir en su papel de consumidora. Que no sólo de ropitas, cremitas y zapatos viven las féminas. A la mujer le gusta comer bien, es exigente y, en esta plenitud y descubrimiento de un mundo de sensaciones, también es una gran bebedora de vino.

Eso sí, esperemos que esta campaña de la CECRV y la FEV no caiga en palabrería sexista ni demás esteriotipos.  Aún sigo sin entender tonterías como ¿cuál es el vino preferido de la mujer? Pregunta que se hace en un concurso que AMAVI (Asociación de Mujeres Amigas del Vino) organiza cada año con un grupo de mujeres como jurado o comentarios como que las sumilleres huelen mejor que los sumilleres. ¿Y qué me dicen de los definen a un vino como femenino queriendo señalar que es un tanto simplón? Pues simplona, su tía, oiga. ¡Qué daño puede hacer ese lenguaje de las ‘miembras’! En épocas de bonanza y excesos, incluso, se intentó clasificar los gustos vinícolas por sexo u orientación sexual. Recuerdo que se sacó un vino para el colectivo homosexual con una etiqueta sugerente de un torso de hombre. Por supuesto, no triunfó. Me refiero al vino porque la etiqueta aún la tenemos much@s en la memoria. Ése sí que era un oscuro objeto de deseo.

Expuesto ya que el vino no tiene sexo, lo que sí es cierto es que el ángel negro de este sector es el decenso en el consumo. Es vergonzoso ser el país con mayor extensión de viñedo del mundo, el tercero en producción y de los que menos bebe. Se dice que rondamos los 18 litros per cápita, pero los más realistas-pesimistas lo cifran en 9 litros al año. Imaginense, una cucharadita diaria de vino, cual jarabe, si lo repartiéramos entre los 365 días del año. Son las paradojas de este sector en España. A más calidad de nuestros vinos, porque nunca hemos tenido este nivel, menor consumo. Si es que hasta incluso en estas fechas de vendimia, es comun ver a los viticultores comentanto como ha ido la jornada con una jarra de cerveza en el bar del pueblo. En casa del herrero, cuchillo de palo. Espero de corazón que triunfe esta nueva campaña y que se beba más vino. Expertos, medios especializados, asociaciones, observatorios… y demás recomiendan al sector que debe invertir más en promoción, que no se sabe vender, que hay que rascarse el bolsillo… pero esto se dice pronto cuando el dinero no es de uno. Y si no que se lo digan a Gallardón, que ahora quiere meterse en otro lío, remodelar la calle Atocha. Será esto más cuestión de seso, que de sexo.

María D. Nepomuceno

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