El candidato socialista «tiene dudas razonables sobre si no nos estaremos pasando en la dosis de ahorro para enfrentar la crisis». Pobre Rubalcaba ¡Cuánto no habrá sufrido compartiendo sillón en el Consejo de Ministros al lado de Zapatero en su papel de ZP «manostijeras»! Qué incómodo debió estar al lado de quien se dedicaba a congelar pensiones y a recortar los salarios de los funcionarios. Su único consuelo es saber que no ha estado solo sufriendo en silencio. También José Blanco tiene dudas; también sufría viendo como Zapatero optaba por el ajuste para intentar paliar los efectos de una política de barra libre que han depositado a España a las puertas del Monte de Piedad del Banco Central Europeo.
Hablando en serio, la verdad es que intentar ahora marcar distancias con ZP suena a falso. Rubalcaba y Blanco podían haber dicho «no» a Zapatero mucho antes de que llegaran las vacas flacas. Robin Cook, un laborista consecuente, renunció a seguir en el Gobierno de Tony Blair para no ser cómplice de las trapacearías políticas del gran camaleón que acabó metiendo al Reino Unido en la guerra de Irak. Quien se va de la política, renunciando al poder, porque antepone la lealtad a sus principios frente a las servidumbres de partido, llegado el caso, es quien está legitimado para volver. Decir, como ha dicho Pérez Rubalcaba, que tiene «dudas razonables» sobre la política seguida por un Gobierno del que hasta hace unos días ha formado parte y decirlo ahora que es candidato y sabe por las encuestas que los posibles votantes del PSOE rechazan la política de ajuste impuesta por Zapatero, como poco, suena a oportunismo.
Todo no vale. El drama de Rubalcaba es que diga lo que diga y haga lo que haga no puede hacer olvidar que ha sido uno de los puntales del período «zapaterista», gobernación errática que, amén de situar a España al borde del abismo económico (Felipe González, «dixit»), en términos políticos, ha desnaturalizado las señas de identidad del Partido Socialista haciéndolo irreconocible para muchos de sus votantes clásicos. En política, los errores se pagan. Por eso Rubalcaba intenta desmarcarse de ZP. Tengo para mí que llega tarde.
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Fermín Bocos