Mientras este Gobierno de la contradicción pide a las CCAA y Ayuntamientos que recorten el gasto y ahora les acuse de crear paro por obedecerle, José Blanco anda en apuros. Un empresario gallego dice que le dio 400.000 euros a cambio de facilitarle una ayuda.
No voy a ser yo quien acuse al Ministro de Fomento y Portavoz del Gobierno de corrupto. Lejos de mí semejante pensamiento siquiera. Yo respeto la presunción de inocencia, no como otros. Y, mientras que no se demuestre lo contrario, José Blanco no recibió ese dinero y es una persona honorable.
Pero, al mismo tiempo que apoyo su inocencia, no tengo más remedio que acordarme de la Operación Gurtel en la que el propio José Blanco se hinchó de meter caña contra el PP. Una operación, por cierto, que empieza a resultar un tanto ful porque ya han sido declarados inocentes muchas de aquellas personas acusadas en falso y que fueron condenadas a penas de telediarios amigos y primeras páginas de un periodiquito rojeras y un periódico que tuvo mucha importancia en la Transición pero que ahora anda más perdido que el propio José Blanco en La Casa del Libro.
¿Será verdad aquel refrán de “quien a hierro mata, a hierro muere”? No lo creo. Todo debe ser un puro capricho del destino.
Una pena porque, además, esta escandalosa acusación pilla a Rubalcaba en plena campaña electoral. No tiene por qué afectarle, desde luego, pero el bueno de Alfredo está teniendo tan mala suerte en ella que va a poner un circo -si es que no lo ha puesto ya con sus ocurrencias- y le van a crecer los enanos.
En cualquier caso, mala suerte para don José Blanco. El PP le ha puesto la pelota en su tejado. Sobre todo después que Pablo Cobián, otro de los acusados en esta trama de corrupción y miembro del PP, haya dimitido fulminantemente de sus cargos de diputado autonómico y de concejal de Oleiros.
Pinocchio