lunes, noviembre 25, 2024
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Andalucía y Cataluña

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¡En menudo avispero se ha metido el dirigente catalanista J.A. Durán Lleida a cuenta del mayor tópico de los muchos que lastran la imagen de Andalucía! Durán es de los que creen -o, por lo menos, así lo dice- que los jornaleros andaluces son unos vagos que viven de las subvenciones que aportan los catalanes laboriosos. Entiendo que esta es la interpretación más ajustada al sentido de sus palabras cuando en registro mitinero proclamaba que mientras los payeses catalanes se veían obligados a dejar la fruta en los árboles en Andalucía los jornaleros -que según él, cobran el PER- se tiran el día en bar.

Las respuestas a tan destempladas palabras han formado una catarata. Quien le ha llamado xenófobo, quien ignorante y quien hasta señorito, recordándole que vive buena parte del año en uno de los hoteles de cinco estrellas más afamados de Madrid y al tiempo que se permite zaherir a quienes ni de lejos llevan su tren de vida.

No es mi intención añadir más agua a ese torrente de denuestos. En honor a la trayectoria política del señor Durán, un político moderado que nos tenía acostumbrados a intervenciones preñadas de sensatez, creo que habría que darle una oportunidad para rectificar. Rectificar y pedir disculpas a los miles de andaluces que a través del sistema de peonadas perciben legalmente un minúsculo subsidio con el que hacer frente a una situación laboral precaria que en el campo andaluz es poco menos que endémica. Subvención, por cierto, mucho menor en cuantía que la que reciben los empleados de la SEAT de Martorell  (Barcelona) con quienes la empresa, tradicionalmente, concierta planes de jubilación anticipada… con cargo al erario al que contribuimos todos los españoles, no sólo los catalanes.

Subrayo este detalle, pero no olvido la cuestión de fondo. En términos históricos, hablo de las tres últimas generaciones, Cataluña cimentó su prosperidad fabril, industrial y comercial en los diversos  planes estatales de desarrollo que primaron a Cataluña y al País Vasco con copiosas inversiones; inversiones que no llegaron a otras partes del país. Ayuda estatal privilegiada y mano de obra barata suministrada por la emigración. Obreros procedentes de todas las regiones de España; sobre todo de Andalucía, la «novena provincia». En esas plusvalías nacidas, como digo, de manos andaluzas, murcianas, gallegas, aragonesas o castellanas basó Cataluña su prosperidad de hace unas décadas. Durán no ignora estas circunstancias. Aunque el daño ya está hecho, creo que tendría que pedir disculpas.

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Fermín Bocos

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