lunes, noviembre 25, 2024
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El «fondo de armario» de la Familia Real

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No ha sido una celebración más, no, tampoco una despedida del presidente del Gobierno al uso. Ha sido una Fiesta Nacional en la que ha estado muy presente la crisis económica, la marcha de Zapatero y el estado de salud del Rey Juan Carlos, después de la última operación que le obliga a llevar muletas, y por tanto a abreviar al máximo el famoso «besamanos» que tiene lugar cada año en el Salón del Trono del Palacio Real. Al que acuden políticos, periodistas, personalidades diversas y altas instituciones del Estado. Un ágape en el que se puede charlar con los miembros de la Familia Real, sin necesidad de pedir audiencia, sobre temas de actualidad o de asuntos que pueden rozar la frivolidad pero que tienen su trascendencia. Por ejemplo, me llamó mucho la atención que tanto la Reina Sofía, como la Princesa de Asturias, como las Infantas Elena y Cristina repitieran traje, sabiendo como saben que este es un tema que acapara la atención de muchos de los periodistas que allí nos encontrábamos.

La explicación es bien sencilla: en época de crisis hay que dar ejemplo. Una razón lo suficientemente convincente como para que la Infanta Elena desempolvara el traje que lució en la boda de su hermana Cristina. Un dos piezas en color rosa, obra de Cristian Lacroix, que le sentaba como un guante. Señal de que se mantiene en su peso. En la misma línea, aunque menos sofisticada iba la Princesa de Asturias, que llevaba un «tweed», en el que primaban los rosas. También la Reina repetía traje, un malva dos piezas, así como la Infanta Cristina, en tonos marrones y beiges.

Es difícil encontrar en un festejo al que acuden mil personas a alguien que pueda hacerles sombra a las mujeres de la Casa Real, y sin embargo haberlas, haylas. La ministra Cristina Garmendia fue sin duda la más elegante, junto con María Dolores de Cospedal (que pronto estrenará casa -un cigarral que conozco bien-, en Toledo), Carmen Alborch, siempre a la última, y Elena Salgado, a la ministra los prohombres de la política y la economía que no la dejaron ni un momento libre. Lo mismo ocurrió con Rodrigo Rato, a quien no se le ha borrado la sonrisa desde que sabe que los suyos caminan seguros hacía la Moncloa.

Entre los muchos corrillos que se organizaron destacaba el de Francisco Fernández Ordóñez, Carmen Cafarell y Alberto Aza, uno de los más estrechos colaboradores de don Juan Carlos, hoy jubilado como Jefe de la Casa del Rey, a quién el Rey ha nombrado, con gran acierto, consejero privado, lo que demuestra la gran confianza que tiene en él.

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Rosa Villacastín

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