Afirmar que la educación española está bajo mínimos vergonzantes no es noticia. Lo sabes tú, lo saben ellos -los obreros de la enseñanza-, lo saben los políticos, lo sabemos en Masby y lo denuncio yo.
Cierto es que nuestros hijos tienen la peor educación de toda Europa y, para llegar a esos niveles, te aseguro que hay que entrenarse a fondo.
Lejos quedan los tiempos que los maestros eran esos profesionales de la sabiduría, respetados por todos al compartir educación y cultura. Lejos quedan esas clases desprendiendo ambiente de respeto y olor a tiza. Hace 30 años con menos medios y menos Autonomías, en España teníamos la mejor educación de Europa.
Quiero romper una lanza a favor de los profesionales de la educación. Lo primero que quiero distinguir, aunque no sea muy ortodoxo, es entre profesores y maestros. Lo quiero matizar porque ciertamente hay algunas diferencias entre ambos sectores que me gustaría comentar.
Los maestros son los enseñantes de primaria y están dotados de una idiosincrasia muy especial. De entrada, este sector no tiene nada de corporativismo, no tienen colegio ni están colegiados. Si estuvieran colegiados, por lo menos tendrían un organismo que les representara como profesionales.
Los maestros son marionetas de la administración, dan bandazos al son de las leyes estando al descubierto e indefensos contra el ataque de cualquier padre cabreado, alumno desmadrado o simplemente de la administración.
En las Autonomías con lengua tribal propia es donde más vulnerables se encuentran los maestros. Sólo tienen como agarradera al sindicato, que en su mayoría son radicales, independentistas y chupópteros apoltronados que desde su sillón sindicalista ocupan (para que anualmente sea sustituido con interinos) las mejores plazas de la educación. A estos sindicatos les importa una mierda la educación, los maestros y su función, solo introducir con horquilla la lengua tribal para marcar la separación con el resto de España.
Por si esto fuera poco, los propios maestros de Primaria han cultivado tan poco el corporativismo que podemos comprobar como son los que primeros tiran piedras contra si mismos. Esto no ocurre en ningún otro sector de profesionales.
De primaria se puede decir de todo menos cuestionar su dedicación profesional. Son los profesionales de la educación que más trabajan y con diferencia pero también es donde se encuentra el mayor número de “Charlys” per cápita. Estos Charlys siempre tienen la ocurrencia imbécil para retorcer y complicar más la vida a los demás compañeros, aún, en su propio perjuicio.
Al estar separados e individualizados, los maestros son fácilmente manejables convirtiéndose en cómplices de los distintos gobiernos y allanando el camino para los deseos el amo.
¿Que el gobierno quiere tolerancia con el Islam? Pues los maestros a predicar, aunque cuando lleguen a casa hablen de moros en lugar de Islam.
¿Que el gobierno quiere lengua tribal? Pues todos a montar el circo con la lengua medieval, aunque ellos personalmente no la usen ni para cagar.
¿Que hay que bajar el fracaso escolar? Pues ellos, como no les queda más remedio, bajan el nivel y si a pesar de ello no llegan, pues aprueban hasta con un 3. Y no voy hablar de la adaptación curricular, que eso es la “coña” de la educación. Eso es permitir que un indigente mental tenga el titulo sin estudiar.
¿Que los políticos han derrochado en lenguas, caprichos, putas y champagne? Pues se baja el sueldo a los funcionarios que seguro que los Charlys justifican el despilfarro.
Además, precisamente por esa debilidad corporativista, los sindicatos independentistas encuentran en este sector de primaria la mayor complicidad.
Por otra parte, a los maestros les “achuchan” con las lenguas tribales los inspectores de educación. No hay que olvidar que estos cargos estratégicos son ocupados siempre por los más radicales y con el beneplácito del PP.
Si lo maestros son incapaces de defender sus derechos, ¿cómo van a defender los intereses educativos de toda la nación?
Los profesores son exactamente como los maestros, pero digamos que un poco más profesionales. Estos no entran al trapo en el juego político de las lenguas tribales –excepto los radicales que en todas partes los hay-, son más corporativistas y tienen más claro sus obligaciones y sus derechos evitando siempre tirar piedras contra sí mismos y sus compañeros.
Por eso, cuando un maestro de Primaria trabaja temporalmente en un instituto, descubre la mediocridad profesional de los colegios.
Pero ambos profesionales, maestros y profesores, en los últimos 15 años han sido invadidos por la enfermiza burocracia de la administración.
Como en el resto de la vida española, aquí también se practican las actuaciones preventivas. No me refiero a medidas preventivas ante el fracaso escolar, me refiero a medidas preventivas ante la justicia y la ley.
Aunque la mayoría no es consciente, quiero recordar que todos los aspectos de la vida ciudadana están regularizados y fiscalizados. Tenemos como políticos a unos verdaderos paranoicos de la legislación. Leyes para todo y para todos. Menos para ellos.
Dicho esto, los maestros en los últimos 15 años han pasado de su función puramente docente a desempeñar el 40% de su tiempo en funciones burocráticas.
Cada año, para el funcionamiento docente, los políticos sacan una media de 4 leyes (resoluciones, decretos, órdenes, etc.). Todo esto sin derogar ninguna anterior y así, año tras año, se van acumulando leyes que hacen inoperante la educación.
Sirva este ejemplo para comprender. Hace 15 años se llevaba a los alumnos a visitar un museo en la ciudad. El maestro o profesor concertaba día y hora con el museo, pedía autorización a los padres y se visitaba el museo.
Hoy en día para hacer una visita de una hora al museo en tu ciudad, primero se efectúa una programación, se hace un acta, se pasa por el Consejo Escolar, se pide autorización paterna, se efectúa la visita y se elabora una memoria. Horas y horas de burocracia para una hora de museo.
Hasta del simple acto de hablar un padre con el maestro, se tiene que levantar acta, dejarlo por escrito y el padre tiene que firmarlo.
Cada acción en el colegio tiene que ir recogida en una programación, luego levantar acta, evaluación y finalmente una memoria.
La Administración, siendo consciente que la docencia está “burrocratizada” ha lanzado una campaña avisando a los profesores que pueden solicitar un modelo-plantilla para cada acción, pero como en todo lo que depende de la administración, estas plantillas siempre llegan con retraso y fuera de plazo.
Seguramente antes no se hacían bien las cosas, pero no éramos esclavos de los paranoicos legisladores.
El problema de la educación, no está en las aulas, está ahí fuera; llámese políticos, familia o administración.
Profesores y maestros, han pasado de ser obreros de la educación a ser funcionarios de la burocracia de la administración y por consiguiente, arrastrados ellos y los alumnos a la peor educación.
Así lo pienso y así lo cuento.
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Juan Vicente Santacreu