martes, noviembre 26, 2024
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Expresidentes

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Existe una opinión bastante generalizada que considera al señor Rodríguez Zapatero como el peor presidente de la democracia. Si ello es así o no, lo dirá la historia. El problema es que siempre preferiremos que este penoso título sea perpetuo, ya que ello significará que las cosas funcionan aceptablemente.

Ustedes saben que las comparaciones son siempre odiosas. Pero ya puestos deseo ofrecer una alternativa que proporcione consuelo y nuevas posibilidades: en este sentido creo firmemente que el actual presidente puede ser “el mejor expresidente de la democracia”, título por ahora vacante y opino que ya va siendo hora de instaurarlo.

Felipe González definió en su día a los expresidentes como jarrones chinos que nadie sabe dónde colocarlos. Desde aquellos tiempos el tema ha cambiado. Él mismo se ha convertido en un multiusos que en minutos cambia el sillón en un consejo de administración por el atril de agitador en mítines. No es criticable. Un servidor se librará muy mucho de juzgar este tipo de comportamientos absolutamente libres.

Más complicado es el proceso elegido por Aznar consistente en lo mismo (con otra dirección) más un deseo de rejuvenecimiento en plena madurez. Él sabrá sus razones que en cualquier caso también puedo calificar como respetables.

Son dos formas de encarar el presente: si el carácter más hedonista de Felipe ha encontrado su sitio en el área latina o marroquí; Aznar claramente se ubica en el mundo sajón. Son representantes del Sur y el Norte respectivamente, que son dos puntos cardinales,  dos culturas y dos formas de ver la vida. En especial sus élites.

A este selecto club de expresidentes (hay otros que por respeto no cito) llegará  próximamente Zapatero: un señor que se supone entró en política por vocación, idealismo y ambición. Después los españoles, democráticamente, le dimos el poder. El resto ya lo conocen. Llega lamiéndose las heridas e intentando hasta el último momento que algo justifique sus casi ocho años de gobierno. Es natural.

Después de un período de descanso y reflexión, es posible que el todavía muy joven Zapatero ponga en práctica todo lo mucho que ha aprendido en estos años, aunque opino que no trascenderá de su ámbito privado. No espero unas memorias explosivas, labores de lobby o una mala palabra. Zapatero ha conseguido, nada más y nada menos, que ser presidente del gobierno de España. Cuando se despierte de este sueño real, se sentirá colmado y satisfecho. No ambicionará nada más. O eso quiero pensar dado que esta sociedad necesita urgentemente referencias éticas. Por lo menos, un servidor está cansado de tantísimo “triunfador”. Supongo que les pasa lo mismo.

Ser el mejor expresidente de la democracia es un gran proyecto. Aunque no me gustaría ser su nieto y aguantar las batallitas del abuelo. Si todo sucede como pienso, este hombre necesitará desahogarse con alguien: será su nieto; seguro.

Hasta la próxima semana.

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Paco Fochs

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