Hace ya muchos años, cuando comencé de misacantano en esta actividad tan extravagante a la que todavía se llama periodismo, me dijo un juez, que me triplicaba en edad: «Si una sentencia hay que explicarla, no es una buena sentencia».
Francisco Javier García Marín, alias ‘El Cuco’, ha sido mucho más ídem que fiscales y magistrados, y naturalmente los listos siempre ganan a los tontos, por lo que la Audiencia de Sevilla le exonera de haber violado y asesinado con un cable a Marta del Castillo, tal como declaró Carcaño, y prácticamente ya está en libertad desde el pasado 2 de junio, y pasará unos meses en un centro hasta su total libertad. Por torturar a los padres de la asesinada ocultando dónde está el cuerpo ni siquiera recibe una reconvención, y por mentir y hacer rastrear el río a la Guardia Civil, Policía, y demás instituciones, se le impone una multa de 400.000 euros que no pagará porque es insolvente, que tampoco pagarán sus padres, porque se declararán insolventes, es decir que los gastos motivados por este pillo mentiroso y vil los pagaremos los contribuyentes con nuestros impuestos.
Mala sentencia, no sólo porque haya que explicarla, sino porque después de explicarla no se entiende. Era menor cuando cometió el delito, pero presuntamente violaba como un adulto, mentía como un adulto, conspiraba como un adulto, y encubrió como un adulto. Mejor dicho, bastante mejor que un adulto, porque a los adultos componentes de la Sala Tercera de la Audiencia Provincial de Sevilla, los ha dejado como tontos.
Puede tener tentaciones de convertirse en un fantasma más de la televisión, pero si es cuco quizás piense que si su cara es muy conocida, pueda tener un disgusto con esas gentes que entienden la justicia de otra manera más primitiva y menos convencional.
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Luis del Val