lunes, noviembre 25, 2024
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¿Vencedores o vencidos?

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Con este título se estrenó en España la magnífica película coral de Stanley Kramer sobre los juicios de Nuremberg (Judgement at Nürnberg, 1961). El cambio de título por parte de la distribuidora para su estreno en nuestro país produce, como en otros casos, un efecto positivo, toda vez que la referencia española es mucho más elocuente respecto a uno de los ejes esenciales del filme, cual es la relación entre dos bandos contendientes una vez que ha transcurrido un cierto período de paz.

Uno de los protagonistas esenciales (insisto en que se trata de una obra coral) es un viejo juez americano jubilado, magníficamente encarnado por Spencer Tracy. Dicho juez aborda el dilema entre la aplicación de la justicia y la preservación de los valores esenciales y la tentación de mirar únicamente hacia el futuro y tratar con cierta conmiseración amnésica las atrocidades humanas, únicamente con base en consideraciones de oportunidad política envueltas en pretendidos valores supremos para el interés general.

Finalmente la resolución del viejo juez se resume en una sentencia dictada de viva voz, que constituye una pieza retórica de enorme significado y que además resulta inasequible a la erosión del paso del tiempo. Sin perjuicio de recomendar vivamente que la vuelvan a ver y escuchar, me permito traer aquí un extracto:

(A la hora de enjuiciar los crímenes) “…algunos hablan también de la necesidad de proteger a país, de garantizar su supervivencia. La respuesta es ¿sobrevivir a qué? Un país no es una roca, ni una mera extensión de uno mismo. Un país es aquello por lo que lucha y resiste, cuando simplemente resistir y luchar por algo es lo más difícil. A efectos de que quede claro hoy a todo el mundo el fundamento de nuestra decisión, estas son las causas por las que luchamos y resistimos: la Justicia, la Verdad, y el valor de cada vida humana singularmente considerada.”

Solo han pasado unos días desde la ignominiosa farsa del Palacio de Ayete .-¡que me devuelvan mi dinero!- ya el aparato de propaganda del gobierno (pobre y esquizofrénico Jáuregui estableciendo diferencias entre “nosotros, el gobierno” y “ellos, los socialistas vacos”) nos prepara ya, con un tratamiento homeopático, a aceptar como fin del terrorismo cualquier parida rimbombante que los del Ku-klux-klan de las boinas sean capaces de grabar en un video casero. En este punto es preciso reivindicar el discurso de la verdad, la justicia y el valor de cada vida humana, delimitando claramente la línea entre los vencedores y los vencidos, que necesariamente debe corresponder, respectivamente, a los buenos y a los malos. Y es bastante fácil de trazar, sin necesidad de haber sido un corrupto mandatario de la ONU ni el responsable de una organización criminal en el norte de Irlanda, porque para mejor identificación y más fácil reconocimiento, en la historia de del crimen nacionalista en el País Vasco, los malos son los que pegan tiros, ponen bombas, secuestran, extorsionan y dan palizas, y los buenos son las víctimas de tales delitos. El único final sensato es que los buenos sean los vencedores y los malos sean los vencidos. Por la verdad, por la justicia y por el valor de la vida.

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Juan Carlos Olarra

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