El otro día decía yo aquí que a la derecha extrema había que pedirle contención y que aceptase con naturalidad el acontecimiento que supone el comunicado de ETA anunciando el abandono definitivo de la violencia. Confieso que había una buena dosis de ingenuidad consciente en aquella sugerencia mía, pues además lo escribía cuando ya esa derecha había comenzado su escalada de gritos de odio, de improperios y de insultos a todo aquel que no coincide con ellos al milímetro en su intolerancia extrema y en su visión apocalíptica de la realidad. Hasta hace pocos años, esta gente era más o menos marginal y no constituían un riesgo serio de desestabilización política. Pero hoy cuentan con resortes mediáticos muy importantes y numerosos y, lo que es casi peor, han conseguido contaminar a extensos sectores del PP de su filosofía extremadamente reaccionaria.
Me imagino que Mariano Rajoy estará hondamente preocupado con la que se le avecina por ese flanco si finalmente gana las elecciones generales. Y más después de que él ha acogido con prudencia y realismo el comunicado de los etarras.
Es evidente que a esos sectores de la derecha patria se les volatiliza una de las principales fuentes de alimentación del odio, la demagogia y la permanente pulsión hacia el enfrentamiento de las dos Españas, que vienen siendo los leit-motivs de su presencia en el escenario político. Y esa volatilización puede radicalizarlos todavía más, a la vista de la aparente inutilidad de todos sus esfuerzos y empeños. ¿Será posible que al final tengamos que ayudar a Rajoy a defenderse de sus aledaños extremos? Tengo la impresión de que desde dentro de la izquierda se lo están planteando en serio. Pero estamos en vísperas electorales y este es un momento en el que no es fácil que la gente de la política exprese con sinceridad y altura de miras sus pensamientos y sus intenciones. Vamos a ver qué da de sí la campaña y qué sucede en el debate televisivo de Rubalcaba y Rajoy el 7 de noviembre. Una campaña en la que habría que hablar de todo, no sólo de economía y de ETA. Con seriedad y con patriotismo.
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Pedro Calvo Hernando