Al muestrario de oportunidades de paz pérdidas en Oriente Próximo, podemos añadir un capítulo apetitoso aunque deprimente: la oferta secreta del Primer Ministro israelí Ehud Olmert en 2008 de crear un estado palestino caracterizado por el control internacional de los lugares santos en una Jerusalén dividida, concesión que muchos israelíes han dicho es imposible.
Condolizza Rice debate la propuesta de Olmert en sus nuevas memorias, «No Higher Honor». Escribe que escuchando el plan de Olmert durante una visita en mayo de 2008 a Israel, se preguntó (y la cursiva enfática del texto es suya): «¿En serio estoy escuchando esto?… Concéntrate. Ponlo por escrito. No, no lo escribas. ¿Qué pasa si se filtra? No se puede filtrar; estamos solos».
Según cuenta Rice la historia, Olmert desarrolló un plan integral que presentaría en secreto a Mahmoud Abbás, presidente de la Autoridad Palestina, durante el verano de 2008. Hacia septiembre, los detalles de la oferta de Olmert incluían:, transferencia israelí de la soberanía del 94,2 por ciento de Cisjordania al nuevo estado palestino. Ofrecía intercambios adicionales de territorio, y un pasillo uniendo Cisjordania y Gaza, lo que elevaría el territorio palestino total al 100 por ciento de las fronteras cisjordanas pre-1967.
– Una fórmula para dividir Jerusalén que entregaría los barrios árabes a los palestinos y los judíos a Israel, con negociaciones en marcha en torno a la situación de los barrios mixtos. Cada país tendría Jerusalén como capital; habría un consejo municipal conjunto con un edil israelí y un vicealcalde palestino.
– La Ciudad Vieja quedaría administrada por un comité internacional con representantes de Israel, Palestina, Arabia Saudí, la Unión Europea y Estados Unidos. Las cuestiones de soberanía en Jerusalén se dejarían para última hora, al rechazar cada parte las aspiraciones de la otra.
– El «derecho de retorno» de los palestinos se limitaría a unos 5.000. Para compensar a los refugiados palestinos restantes, se abriría un fondo de varios miles de millones de dólares bajo administración Noruega.
– Estados Unidos protegería la seguridad de Israel no sólo con presencia norteamericana sino a través de la formación de una fuerza de seguridad palestina fiable.
¿Y qué fue de esta milagrosa batería de medidas? Tratándose de Oriente Próximo, conoce la respuesta: desapareció, con Estados Unidos en los márgenes esperando y rezando, pero con Olmert y Abbás demasiado débiles políticamente para dar el paso.
El colapso se produjo en el momento en que parecía hacerse real. En septiembre de 2008, Olmert mostró a Abbás el mapa que trazaba las fronteras del nuevo estado. Según Rice, pidió a Abbás que firmara el acuerdo en la misma reunión, pero el líder palestino se echó atrás pidiendo consultas con sus expertos primero. Olmert no le dejaría sacar una copia del mapa, y el encuentro posterior nunca se produjo.
El Presidente Bush intentó reanimar el acuerdo cuando los líderes visitaron Washington por separado en noviembre y diciembre, pero para entonces Olmert tenía abierta una investigación bajo cargos de corrupción, y al parecer Abbás había decidido que con un presidente Demócrata podría obtener un acuerdo mejor. «Las condiciones eran totalmente propicias para el acuerdo a nuestro alcance, pero nada más lejos de la realidad», escribe Rice.
¿Qué pasó después de esta derrota técnica? Esa es la parte más deprimente de la historia. Rice guardó silencio en público, pero entregó los detalles de la oferta de Olmert a la nueva administración, incluyendo una versión del mapa del Departamento de Estado. Esperaba que Estados Unidos utilizara el plan de Olmert como ladrillos de construcción para las negociaciones, y quizá hasta someterlo al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Pero en uno de los errores más graves del Presidente Obama, decidió empezar las negociaciones partiendo de cero, y exigir una moratoria a los asentamientos israelíes como prueba de disposición. Vaya error. Fue superado en mañas por Benjamin Netanyahu, el nuevo primer ministro israelí. Tres años más tarde, el proceso de paz es un cadáver sin vida.
Rice dice que decidió sacar el plan Olmert a la luz ahora porque «hemos retrocedido tanto» que el proceso de paz parece «una causa perdida». La moraleja de la jugada de Olmert, explicaba en una entrevista, es que «un acuerdo palestino israelí es factible, pero no pueden seguir perdiendo oportunidades».
Allá cuando organizó la conferencia de paz de Annápolis en noviembre de 2007, Rice fue tachada de excesivamente optimista. Pero el proceso tenía más miga de lo que muchos tertulianos se dieron cuenta. Sospecho que a todas las partes les gustaría volver a Annápolis, en especial a los israelíes.
El mapa de Olmert, que se ha llevado el viento ya, podría ser la mejor fórmula que tendremos nunca para la creación pacífica de un estado palestino que cimente la seguridad de Israel.
Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.
David Ignatius