Según el psicólogo y pistolero Otegui, quienes pedimos que ETA entregue las armas estamos todavía en plena inmadurez. El psicólogo y pistolero no ha descendido a proporcionar más detalles sobre el estado de inmadurez, y muchos estamos desconcertados sin saber si estaremos todavía en la adolescencia, en la pubescencia, en la primera juventud, o en una inmadura mentalidad, ya de difícil de terapia debido a la edad fisiológica que hemos alcanzado.
Lo cierto es que Otegui tiene un currículo que le ha conducido de forma segura a la madurez. Ha disparado contra personas, ha secuestrado a seres humanos, ha exaltado el terrorismo, ha formado parte de él, es decir, que posee un currículo en el que una duda de inmadurez sería absolutamente inaceptable.
La mayoría de los ciudadanos hay que reconocer que somos demasiado convencionales. Estudiamos a trancas y barrancas, sacamos buenas notas en unas materias y regulares en otras, nos enfrentamos a las entrevistas de trabajo, lo conseguimos, nos enamoramos, tenemos hijos, intentamos educarlos en determinados valores, ayudarles a descubrir los aspectos éticos de la conducta y, claro, pasamos tanto tiempo en ello que, cuando nos queremos dar cuenta, y pretendemos analizar un asunto como el de los asesinos que dejan de matar, pero conservan los explosivos y las pistolas, carecemos de la suficiente madurez.
Es una lástima que Otegui esté en la cárcel, porque el Ministerio de Educación podría organizarle una gira por las universidades españolas para que proporcionara a nuestros jóvenes las claves de la madurez. Siempre hemos dicho que vivimos en una sociedad pobre de valores y no nos habíamos dado cuenta de que en el ejemplo de Otegui tenemos la solución.
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Luis del Val