Los ministros de Educación de turno dicen siempre que se va a gastar más dinero en investigación y cada Gobierno asegura que invierte mucho más que el anterior, pero la realidad acaba siempre diciendo lo mismo: estamos muy lejos no ya de la excelencia, sino de donde deberíamos estar. Es cierto que algunas estadísticas permiten afirmar el avance, pero cuando se profundiza nos quedamos muy cerca de donde estábamos, es decir más cerca de la mediocridad que de la vanguardia. Y no es que no haya buenos investigadores en España, los hay. Buena prueba es que algunos de los mejores han tenido que emigrar a otros países donde han triunfado y casi nunca han vuelto. Por algo será.
Distintos indicadores muestran que publicamos muchos más trabajos que antes, pero que el impacto de la mayoría es muy limitado. Algunas estadísticas muestran que España es la novena potencia científica mundial, pero debe ser como las banca. Resulta que jugábamos en la Champions League y ahora hay que inyectarla dinero a espuertas. Tenemos algunos messis por el mundo, pero no es suficiente para formar un equipo que juegue en la NBA. O tal vez sí, pero faltan patrocinadores para los equipos, entrenadores que saquen lo mejor de cada uno de ellos y redes para formar una liga competitivas. En las Universidades y en algunas empresas, pocas, hay excelentes investigadores, pero muchas de las cosas que hacen no logran resultados ni tienen aplicaciones prácticas. Muchos trabajos, poco impacto. Muchas investigaciones, pocas patentes.
Hay algunos centros españoles que logran buena nota -el CNIO, el ICIQ, el Centro de Regulación Genómica, o el Instituto Catalán de Oncología- pero son muy pocos y hay algunas ausencias significativas. Lo peor es que las Universidades brillan por su ausencia en el ranking de calidad a pesar de que los campus concentran la mayor parte de la producción científica española.
El problema es que no nos hemos tomado la investigación en serio y ese es uno de los lastres de nuestro desarrollo económico. Sin investigación, sin el trabajo en red, sin un acuerdo a medio y largo plazo, la ciencia española seguirá siendo la cenicienta y los investigadores, capital humano desprotegido.
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Francisco Giménez-Alemán