La precampaña entendida como esa avalancha de mensajes y eslóganes, carteles, vídeos de partido, mítines y militantes…, la pugna electoral como la conocemos a pesar de que llevemos meses inmersos ha empezado a principios de esta semana con trazos que desvelan lo que podrían ser los próximos días destino al 20N. Un alto cargo socialista lo resume: “Una campaña no muy agresiva por parte del PP y sí desde el PSOE que vuelve a sacar la amenaza a la calle para intentar recuperar votantes”. Y dice bien. La prioridad de los socialistas es recuperar a los suyos antes que conquistar un voto más neutral.
De ahí el vídeo que acusa a los populares de las consecuencias de los recortes en educación. Las críticas parecen lógicas: ahonda en el tópico del niño rico del PP frente a la cuidadora (sic) y madre socialista que lleva a su hija al colegio público. ¿Funciona la estrategia del mensaje? ¿No genera rechazo? “De cara al resultado electoral, funciona”, afirma un dirigente de Ferraz. «Sirve para aglutinar votos. Ciudadanos que dieron su confianza al PP en las autonómicas, tras los recortes drásticos, no repetirán en las generales». El lema “pelea por lo que quieres” sintetiza bien el programa de los socialistas, pero el vídeo recuerda al dóberman de 1996, año en el que perdieron el gobierno con uno de los peores resultados. Sin embargo, aciertan en el debate; el peligro real del futuro de la educación en España. Cualquier ciudadano con una renta media o media alta teme ahora mismo por la sanidad y la educación en un país con serios problemas de empleo y tejido empresarial, alejado de la mayoría de los países de Europa. Mucho más útil, e igual de efectista por la magnitud de los datos, es el mapa descargable en el que reúnen los recortes por comunidades.
El PP da un paso más allá y en ocasiones parece ser el dóberman quien saca de paseo al dirigente. Como González Pons, vicesecretario de Comunicación, con ese «idiotas» generalizado al votante contrario. Dos días más tarde, Ana Mato vio a “niños andaluces que estudian en el suelo” a raíz de una foto en la prensa. Escuchaban un cuento, pero el insulto caía sobre mojado. ”Son prácticamente analfabetos”, dijo en otro momento. El asunto de fondo coincide: defender la escuela pública o pretender sustituirla por la gestión privada o concertada. Y las redes sociales, que no perdonan, recogieron lo que la secretaria de Organización del PP dijo no ver: El Jaguar de Correa en su garaje, un Range Rover, billetes a Suiza pagados por las empresas Gürtel, fiestas de cumpleaños…
En la anécdota quedan los caramelos anti-Rubalcaba del PP atribuyéndole los cinco millones de parados, o el programa por puntos del PSOE donde regalan tazas, polos, cacao labial… por retuitear mensajes de Rubalcaba. Las últimas encuestas acortan mínimamente la distancia entre ambas formaciones, pero no cambian el pronóstico de mayoría absoluta del PP. Quizá por eso los populares han dejado de culpar a Zapatero por temor a que Rajoy no consiga mejores resultados y los socialistas sacan a la palestra el miedo a la fractura de clases.
Ninguno de ambos partidos mayoritarios debería olvidar la valoración de las últimas encuestas del CIS. La última, a 26 de octubre, calca la anterior. Los ciudadanos los perciben como el tercer problema del país y sacan la peor nota en la valoración de las instituciones democráticas, un 2,76. La sensibilidad de la población con la crisis, los trabajadores sin empleo junto a otros miles que podrían perderlo, sumado a la percepción de los privilegios parlamentarios, son factores que mantienen el vaso de la tolerancia política a rebosar. Un insulto, un mal gesto, una agresión verbal, una mentira, un enzarzarse entre ellos que coloque al votante cual mero espectador y no protagonista del programa, podría dar sorpresas. El efecto de las redes sociales, donde el más mínimo despropósito desata la indignación colectiva, en la vida real, que llaman muchos de ellos, también ocurre.
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Pilar Velasco