Se acabó la maldición del Real Madrid en el Stade Gerland de Lyón. Esa tierra maldita ha quedado bendecida por el equipo de Mourinho que la ha conquistado al ganar por 0-2. Nunca antes había ganado al Olympique. Los dos goles de Cristiano le bastaron para espantar la maldición de Gerland y de paso festejar sus 100 goles (el árbitro no le dio el de la temporada pasada en Anoeta) con la camiseta del Real Madrid, en 103 partidos. Una pasada, como los 202 goles de Messi en el Barcelona, pero con más partidos.
De nuevo el Madrid realizó un soberbio partido y una espectacular primera parte, donde pudo dejar sentenciado el encuentro. Benzema por dos veces, Özil y Di María perdonaron ante el magnifico guardameta del Olympique de Lyon, Lloris. El resultado pudo ser de escándalo.
Con esta nueva victoria, ni que decir tiene que el Madrid ya está clasificado para los octavos de final. En estas primeras cuatro jornadas de la Champions, es el único equipo que ha ganado todos los encuentros que ha disputado y el único que no ha recibido ni un solo gol. Hoy por hoy es el Rey de Europa.
El triunfo madridista fue como consecuencia de un juego brillante y lleno de matices ante un buen equipo, el Olympique de Lyon que aunque no es tan fuerte como en años anteriores, continúa siendo el mejor equipo francés. Nada pudo hacer, salvo tirar de orgullo y casta en la segunda parte, ante el poderío del que hace ahora gala el Real Madrid, que está irresistible.
De las siete ocasiones en las que antes jugó en el Stade Gerland, nunca el Real Madrid había salido victorioso. Con el “demonizado” Mourinho (cada vez menos, porque algunos que estaban ciegos se han dado cuenta de lo grande que es como entrenador) ya empató la temporada pasada. En ésta, no solo ha ganado sino que ha ofrecido todo un repertorio de lo que es el fútbol total. Que hay que jugar dominando, se domina pero a toda velocidad. Si hay que poner pausa, se pone pero a toda prisa. Que hay que jugar al contragolpe, se práctica y lo ejecuta como ningún otro equipo. Que hay que controlar, lo hace pero sin dormirse. La riqueza futbolística de este Madrid de Mou, llena de matices, impresiona.
Comparaciones odiosas
En la actualidad, y por supuesto es una opinión particular, no percibo en ningún equipo la velocidad extrema con la que el Madrid hace circular el balón. Su juego ofensivo es puro vértigo. Sus contra-ataques, son espectaculares. Su centro del campo es la zona de transición en la que se inician las operaciones de ataque, pero sólo eso, zona de transición, no se utiliza para sobar y tocar hasta dormir al partido y al rival. Y este fútbol total, muchos ya le llaman el fútbol atómico, que ahora practica el Madrid y que ya esbozó en la anterior campaña, es obra de un señor entrenador que se llama José Mourinho.
Comparar en estos momentos el juego blanco al azulgrana, es como comparar la velocidad del toque con el del sonido. Además, y por supuesto que es una opinión personal, el juego supersónico blanco es más espectacular para llegar antes al objetivo, que el tiki-taka de un equipo que sólo es único por Messi.
Los partidos del Real Madrid son muchísimos más divertidos que los del Barcelona. Hay más variedad de juego, ofrece otra dimensión, al jugar más en equipo y no depender tanto de un jugador como Messi. El Barça, digan lo que digan, tiene Messi-dependencia. Que rueguen para que no le pase nada porque entonces sería una catástrofe.
En definitiva que el estadio Gerland del Olympique de Lyon, otrora lugar maldito, es ya tierra conquistada por este Real Madrid que resuelve los partidos con una autoridad extraordinaria y con gran repertorio de juego.
Además de destacar la exuberancia de Cristiano, tenemos que situar por encima de él, el recital que dio Xabi Alonso, con pases de todos los colores. Lo imperial que de nuevo estuvo Sergio Ramos, ya de forma definitiva central de categoría. El resurgir, falta le hacía, de Mesut Özil, que volvió a deleitarnos con esos toques sutiles de gran plasticidad. Y por supuesto, la inmensa labor que realizó Lass como lateral derecho y luego en la izquierda. Aportó potencia y velocidad en defensa y en ataque.
Este Madrid poderoso va acabando con las maldiciones.
Alfonso Celemín