martes, noviembre 26, 2024
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La ‘Go Big Coalition’ es demasiado pequeña

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16 horas transcurridas entre la tarde del martes y la mañana del miércoles en el Capitolio sacaron lo mejor y lo peor de nuestros líderes.

Lo peor: a sólo una semana de vencer el importantísimo plazo para que el supercomité presupuestario presente un plan para evitar una inminente catástrofe de la deuda, el secretario de la oposición en el Senado Mitch McConnell abandonaba sus dependencias a las 7 de la tarde y pasaba la noche en casa.

Como observaba el reportero del Washington Post Paul Kane, el secretario de la mayoría en el Senado Harry Reid hizo lo propio. Tenía que estar agotado a causa de la dura jornada: un encuentro de 15 minutos con el portavoz de la Cámara John Boehner para discutir los progresos, o la ausencia de progresos, del supercomité. Fue el primer y único encuentro mantenido entre los dos líderes desde que se constituyó el supercomité.

Pero a la mañana siguiente de este fracaso de la cúpula, se producía una muestra de esperanza: 45 legisladores — grupo bipartidista y bicameral — se reunían en el estudio de televisión de la Cámara para animar a la docena de miembros del comité a tomar las decisiones impopulares imprescindibles para solucionar el problema de la deuda.

«Supercomité, te apoyamos», decía el Senador Republicano de Georgia Saxby Chambliss.

«Vamos a apoyarte», convenía el coordinador de la oposición en la Cámara Steny Hoyer, Demócrata por Maryland.

«Estamos aquí», decía el Senador Republicano de Idaho Mike Crapo, «para garantizar que el supercomité sabe que le apoyamos».

«Les apoyamos», convenía el Senador Demócrata de Virginia Mark Warner.

Sus clichés estaban gastados, pero su valentía era refrescante: unos Demócratas dispuestos a hacer recortes en la seguridad social y el programa de la tercera edad Medicare, y unos Republicanos dispuestos a subir los impuestos, porque eso es lo que va en interés del país.

Como alguien dedicado a ridiculizar a los políticos por sus obras, a menudo me preguntan si hay alguno bueno. Bueno, en el plató la mañana del miércoles había un grupo de legisladores partícipes de la mejor de las tradiciones del servicio al país.

En total, hay 147 miembros del autoproclamado colectivo «Go Big Coalition». Pero eso no representa ni la tercera parte del Congreso de 535 integrantes. Mientras que algunos miembros de la cúpula estaban presentes (Hoyer, el coordinador de la mayoría en el Senado Dick Durbin y el secretario de la Conferencia Republicana Lamar Alexander), ni uno de los principales líderes — Reid, McConnell, Boehner, la secretario de la oposición en la Cámara Nancy Pelosi, el secretario de la mayoría Eric Cantor — se ha unido a la iniciativa.

De hecho, el supercomité recibe muy poco apoyo de la cúpula de cualquiera de las dos formaciones, y hay quien, como Reid, se muestra abiertamente hostil a los esfuerzos por alcanzar un compromiso de la deuda. Éso ha hecho a los integrantes del supercomité, elegidos por los líderes de las formaciones, mucho menos dispuestos a llegar a un acuerdo: aunque saben que el fracaso del panel a la hora de tomar medidas mina todavía más la confianza en el gobierno, no sería tan devastador como obligar al Congreso entero a tumbar las recomendaciones del supercomité el mes que viene.

Allá por el mes de julio, cuando se alcanzó el compromiso de crear el supercomité, la atención del país se centraba en la iniciativa. Una semana antes de vencer el plazo para alcanzar ese acuerdo, el Presidente Obama y Boehner se dirigían a la nación en discursos opuestos. Ahora los líderes legislativos trabajan a media jornada, y la opinión pública ha dejado de prestar atención: un sondeo Politico/ George Washington University concluye que el 88 por ciento de los estadounidenses no están familiarizados o están muy poco familiarizados con la instancia del supercomité.

Los legisladores que saturaban el plató la mañana del miércoles trataban de cambiar eso. «La mayoría de los estadounidenses, si ven esta escena a mi espalda, dirán: ‘No me parecía posible'», decía Durbin, «‘No creía que se pudiera reunir a tanto senador y congresista Demócrata y Republicano para convenir en algo'».

Y esta gente hasta parecía caerse bien. Hoyer montó un espectáculo distinguiendo a su «colega de hermandad» Chambliss y a su «socio», el congresista Republicano de Idaho Mike Simpson. «La opinión pública no cree que tengamos buenos amigos en el hemiciclo», decía. «Eso no es preciso».

Fue un extraño momento de buen rollo, pero se volvió a la realidad durante el turno de preguntas, cuando un periodista apuntó que el congresista de Texas Jeb Hensarling, representante Republicano en el supercomité, ha manifestado que llegados a un punto él no alcanzará más compromisos en materia tributaria, mientras los Republicanos denuncian que los Demócratas llevan una semana sin ofrecer una nueva propuesta.

«El fracaso no es una opción», decía Hoyer. «Nuestro país nos necesita ahora».

Otro periodista preguntaba por todos los Republicanos que habían firmado la promesa de no subir los impuestos. «Estamos dispuestos a realizar los compromisos y construir las soluciones que puedan ayudar a cerrar filas a todas las formaciones», decía Crapo. Sus colegas y él, añadía, están «dispuestos a comparecer aquí y tomar la clase de decisiones que nos ayudarán como nación a solucionar nuestra crisis fiscal».

Es una lástima que el colectivo de legisladores Go Big Coalition no sea mayoría.

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Dana Milbank

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