Admiro a algunos políticos por esa forma tan formidable que tienen darle la vuelta a todo. De hacer que lo blanco sea negro. O que la noche sea la mañana. Y uno de esos políticos es José Blanco.
El Portavoz del Gobierno saliente y Ministro de Fomento saliente, José Blanco, nos ha sorprendido a todos con unas declaraciones magníficas en las que dice que se va pero que se queda. Esto es, que abandona la política pero que no deja de ser diputado. Que deja la primera fila de asientos del Congreso y que se va a la última. Y que eso ya lo tenía decidido desde hace tiempo.
Pero, vamos a ver, don José. ¿Esto qué quiere decir? ¿Lo deja o no lo deja? ¿Se va pero no se va? ¿Cómo es eso?
Usted, señor Blanco, es de los perdedores. Usted es uno de los responsables de la mayor derrota del PSOE en toda su historia. Porque, en seis meses, les han echado de municipios, de provincias, de comunidades y, finalmente, del Gobierno de la Nación. Usted estaba condenado a retirarse. O, mejor, a que lo quitaran de en medio. Usted no se retira, a usted le retiran. Lo que pasa es que, como es usted un tipo listo, prefiere adelantarse a la jugada y anunciar que se retira a los últimos lugares de la bancada socialista para taparse.
¿Por qué no se va del todo? ¿Por qué quiere seguir estando aforado? ¿A qué teme? Váyase a casa y prepare su defensa como un ciudadano de a pie en esa Operación Campeón que le persigue y acusa…
Eso sería dignidad política. Lo demás, ministro, es dejar de ser José Blanco para volver a ser Pepiño. Y mira que le costó quitarse el diminutivo de encima…
Pinocchio