Más temprano que tarde Mariano Rajoy, ya en la Moncloa, subirá el IVA. Ese impuesto al que él y su partido habían demonizado porque frenaba el consumo y empobrecía a las familias. En el primer festivo de esta semana de largo puente, casi acueducto, los políticos se reunieron en el Congreso con motivo de la celebración de la Constitución. Allí los periodistas le preguntaron al todavía líder de la oposición si era cierto que estaban haciendo cálculos sobre una subida del Impuesto sobre el Valor Añadido. La respuesta evanescente confirmó lo peor.
No solamente su voluntad flaquea en el tema del IVA, también la contundencia con la que, en campaña electoral (hace menos de un mes), defendía la bajada de impuestos para los emprendedores se ha tornado ahora en un ambiguo «las medidas se anunciarán en su día».
Y es que, lamentablemente, no es lo mismo predicar que dar trigo. Posiblemente ahora no querrá recordar, ni siquiera que le recuerden, que en marzo de 2010, es decir el año pasado, se sumó a la iniciativa de la aguerrida presidenta de la Comunidad de Madrid: una campaña de «rebelión fiscal» contra la subida de este impuesto puesta en marcha por Zapatero.
El Partido Popular no solo votó en contra de este incremento en el Congreso, sino que Mariano Rajoy, como diputado por Madrid, se mostró dispuesto a firmar en una de las muchas mesas colocadas en las calles madrileñas pidiendo la suspensión de la subida. Incluso que hubiera tipos más reducidos. Dejar sin efecto la subida del IVA era, por aquel entonces, para Mariano Rajoy «el estandarte del PP».
También el Día de la Constitución se les vio charlando amigablemente al saliente y al entrante. Es decir, a Zapatero y a Rajoy. Este último lo fia todo a los datos de déficit que encuentre a su llegada al Gobierno. Dado que el traspaso de papeles se está haciendo, según ambos, con normalidad democrática y se da por terminado, le va a resultar muy difícil al nuevo presidente del Gobierno acusar a su predecesor de haberle engañado con las cuentas.
Se puede, pues, concluir que Rajoy sabe ya perfectamente qué medidas va a tener que tomar y cuando. También sabe cuantas de sus promesas electorales van a dormir el sueño de los justos. Veremos si, entre otras, la revalorización de las pensiones.
Gobernar nunca es fácil, pero en estas condiciones, y con Francia y Alemania marcando de forma inexorable la ruta del déficit, el cargo es poco envidiable. Pasadas las Navidades el líder del PP descubrirá que la Moncloa es lo más parecido a un tostadero de café donde uno tiene muchas posibilidades de salir abrasado.
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Victoria Lafora