domingo, septiembre 22, 2024
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El ministerio de Filosofía

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Ignoro si llego a tiempo para que mi propuesta sea estudiada como creo que se merece. Es posible que se la puedan trasladar al próximo presidente del gobierno en una pausa entre todas esas reuniones que está celebrando. Lo agradecería mucho pues he dedicado algunos minutos para pensarla y formularla. Digo pocos minutos pues cuando las cosas caen por su propio peso no hace falta encima darle muchas vueltas. Con el golpe de la caída y las vueltas, el tema puede resultar perjudicado.

Este es el caso de mi propuesta: cuando los acontecimientos no suceden como la gente quisiera es frecuente apelar a la filosofía; “Hay que tomarlo con filosofía” es la frase recurrente que se utiliza en casos de desastres de cualquier tipo. Parece que esto es lo que ocurre en la situación actual. Estoy de acuerdo: habrá que tomarlo con filosofía. Pero ya puestos lo lógico es confiar en auténticos profesionales. Por ello creo necesaria la creación de un Ministerio que tome bajo su sapiencia la tribulación que nos invade.

Hasta ahora los políticos y los economistas, absolutamente aterrorizados ante la situación, han huido dejando mensajes muy alarmantes pero algo abstractos. Coinciden en el concepto: unos dicen que estamos ante el abismo y otros que nos encontramos al borde de un precipicio. Lo que queda claro es que no se refieren a un simple socavón y que a todos ellos les ha dado el mal de altura. Unos días estamos en la cima del mundo y en otros a punto de despeñarnos.

Estas metáforas me remiten al Gran Cañón del Colorado, donde parece que como Thelma & Louise nos precipitaremos sin remisión. En momentos más optimistas me imagino de pie en un acantilado de Acapulco, dispuesto a tirarme de cabeza. Esta última opción se me antoja algo más lúdica y con más posibilidades de sobrevivir, cosa que no nos acaban de asegurar.

Porque digo yo y me lo pregunto, si en el fondo de estos precipicios o abismos existirá vida. Supongo que sí: que la gente vivirá, se enamorará, nacerán nuevas generaciones y se seguirá buscando la felicidad. Esto sería lo lógico, a menos que lo que nos están proponiendo es que todos nos tiremos desde un balcón, lo cual es una muerte de cierta tradición en las catástrofes financieras, aunque no lo recomiendo e incluso un servidor está dispuesto a acogerse a la llamada objeción de conciencia, fundamentalmente porque vive en un primer piso.

Ante estas indefiniciones sobre el presente y el futuro insisto en la necesidad de un Ministerio de Filosofía que busque, o tenga por ciertas, las claves de la sabiduría. Que las divulgue, nos marque pautas de conductas y sugiera o recupere valores éticos. Los que hasta ahora existían no solo ya no aportan horizontes a la humanidad sino que, a la que te descuidas, te ponen en situaciones de vértigo.

Hasta la próxima semana.

Paco Fochs

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