Que Ana Botella Serrano sea desde hoy la nueva alcaldesa de Madrid es una buena noticia para Ruiz Gallardón, es una mala noticia para Esperanza Aguirre y puede ser un noticia esperanzadora para el PSOE de Madrid. Por partes. Para Gallardón, porque al fin ha conseguido saltar a la política nacional. El nuevo ministro de Justicia iba a Defensa –no le fallaron los informadores a Rubalcaba–, pero el rey pidió a Rajoy que esa cartera la llevase Morenés. Gallardón hacía ya tiempo que preparaba este paso. Por eso promocionó a Ana Botella como su número dos, como una forma de conseguir la complicidad de José María Aznar. O, al menos, evitar su oposición.
Para Esperanza Aguirre, la noticia es mala porque Botella ocupa ahora un despacho que ella misma deseó. La presidenta de la Comunidad de Madrid maniobró hace un año, antes de las elecciones autonómicas y municipales, para sustituir a Gallardón en el Ayuntamiento y dejar a su delfín, a Ignacio González, al frente de la Comunidad. “Si Gallardón se va a ir al Gobierno con Rajoy, que se vaya antes de las elecciones”, argumentaban entonces desde su entorno. Aguirre defendía que Botella no podría gestionar la difícil situación de las cuentas municipales y que, como presidenta del PP de Madrid, era su obligación actuar. No tuvo margen para ello. No lo permitió Rajoy.
Para completar la carambola, en el Ayuntamiento de Madrid entra hoy como concejal por el PP Carmen Rodríguez Flores en el hueco que deja al correr la lista Gallardón. Rodríguez Flores era diputada en la Asamblea de Madrid en la pasada legislatura, cuando fue espiada por la famosa “gestapillo” de la capital (como la llamaba otro de los espiados, el vicealcalde Manuel Cobo). En los partes de seguimiento de los espías aparecía incluso el número de matrícula de su coche, que tuvo que vender por motivos de seguridad. Rodríguez Flores, en una tensa reunión del grupo parlamentario del PP en la Asamblea en febrero de 2009, exigió cuentas a Aguirre por ese caso. “No sé por qué he sido espiada, no sé por quién, pero quiero una explicación. Pido que me ayudes a descubrir al culpable”, le espetó a la presidenta. Tras aquella reunión, fue marginada por el sector de Aguirre, que la sacó de las listas a la Asamblea. Hoy regresa al Ayuntamiento de Madrid.
Para el PSOE puede ser una noticia esperanzadora, o al menos así la vive un amplio sector del socialismo madrileño. Creen que el perfil de Ana Botella, más duro que el de Gallardón, pone más fácil recuperar la alcaldía dentro de tres años y medio. Está por ver.
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Ignacio Escolar