Y llegó el Consejo de Ministros del viernes pasado y de una vez nos enteramos de que el Gobierno había decidido no suavizar los ajustes hasta pasar las elecciones andaluzas y de que, por el contrario, comenzaba a tomar medidas en ese preciso momento.
El Gobierno ha indicado que el tomar las medidas ahora mismo es la consecuencia de la herencia recibida, en la que les ha sido ocultado un déficit sobe el PIB del 8% en lugar del 6% comprometido para el ejercicio 2011.
Y para atajar esta situación han optado por un recorte de gastos por importe de unos 8.900 millones de euros y un incremento de los ingresos por importe de 6.275 millones de euros. Los mayores ingresos se desglosan en 4.111 millones de euros de IRPF. 1.246 millones de euros procedentes de las rentas de capital y 918 millones de incrementos del IBI.
El incremento del IRPF va desde el 0,75% de incremento para las bases liquidables generales inferiores a los 17.707,20 Euros y del 7% para las superiores a los 300.000 Euros. Su aplicación será dentro del tramo estatal.
Con respecto a las rentas de capital han fijado un recargo especial que va desde un 2% para los rendimientos de capital de hasta 6.000 Euros y del 6% para los superiores a 24.000 Euros.
Estos incrementos junto al del IBI estarán en vigor durante los ejercicios 2012 y 2013.
Sin dudar de que las medidas adoptadas sean necesarias, con respecto a las mismas cabe decir dos cosas: la primera es que bajo mi punto de vista y teniendo en cuenta un criterio de justicia, es preferible incrementar el IRPF en lugar del IVA, ya que éste no discrimina en función del volumen de renta sino del volumen de consumo y el primero hace que aquellos que más rentas, fácilmente controlables obtengan, más tengan que aportar.
Ahora bien, eso no quiere decir que los que más capacidad contributiva total tengan, más aporten, porque todos sabemos que las rentas más altas no se encuadran dentro del Impuesto Sobre la Renta de las Personas Físicas sino que tienen sus mecanismos para minimizar la tributación e incluso eludirla. Por tanto, pagarán más los de siempre, los de la clase media-media y media-alta porque el IRPF es un impuesto fácil de controlar y que tiene pocos mecanismos de escape para la mayoría de esa clase media. Tampoco debemos olvidar que aproximadamente el 24% de la economía española se encuadra en la economía sumergida y por tanto que escapa a cualquier tipo de control.
Y la segunda cosa que cabe decir es que sorprende que después de haberse pasado D. Mariano Rajoy toda la campaña electoral diciendo que no iba a subir los impuestos, en la primera oportunidad va y los sube y además empleando el argumento del déficit del 8% sobre el PIB y el de la herencia recibida, cuando todo el mundo de este país, que se preocupa un poco por estos temas, sabía perfectamente que el 8% de déficit era la cifra a la que nos encaminábamos.
No sé bien si esta actitud corresponde a que D. Mariano Rajoy pensase que los españoles éramos menores de edad y no debíamos conocer durante la campaña electoral la cura de nuestras dolencias porque iba a ser muy dolorosa o si por el contrario ha sido una estrategia electoral de D. Pedro Arriola, sociólogo de cabecera del PP, lo cual me malicio.
Sea por lo que fuere, es obligado decir que la verdad y la transparencia son siempre preferibles a cualquier otra alternativa y que si queremos acabar de una vez con el desencanto que a ojos de los ciudadanos tiene la clase política en nuestro país, un buen comienzo sería aquel en el que en los programas y en las campañas electorales se informase de verdad a los ciudadanos de lo que realmente se piensa realizar con los votos obtenidos y todo ello sin disimulos o medias verdades.
Fue Sir Winston Churchill quien dijo: «El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones». Y demostró que él era un estadista porque prometió sangre, sudor y lágrimas a su país y lo cumplió, llevándoles a la victoria en la Segunda Guerra Mundial, para acto seguido perder las elecciones. Se me ocurre que a lo mejor es que no tenía al Sr. Arriola en su equipo. Quién sabe…
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José Luis Martín Miralles