Rajoy puede mirarse en la Cataluña de Artur Mas, cuyas medidas, decía hace unos días Luis de Guindos, «me suenan bien». Mas acaba de cumplir un año de Gobierno y su gestión no ha pasado desapercibida. Ha hecho serios recortes en todas las partidas presupuestarias, especialmente en sanidad, tanto con los médicos como cerrando ambulatorios o servicios. También en Educación. Ha recortado el sueldo y otras ventajas a los funcionarios. Ha quitado pagas extraordinarias a los cargos públicos y no hay departamento que se haya salvado. Un año de ajuste duro, y la previsión de que no ha terminado, podía haber llevado al Gobierno de la Generalitat a una situación de rechazo popular. No es así. Los sondeos de La Vanguardia le otorgan una nota de 4,55, y los sociólogos explican que es muy difícil que en las encuestas políticas los ciudadanos puntúen por encima del seis. No es un suspenso real. Y, además, Mas obtiene la mejor valoración de todo su equipo con un 5,34 y su consejero de Economía -la mano que mueve los recortes- un 4,86. Una valoración notablemente alta para lo que ha llovido en Cataluña.
¿Qué sucede? Que los catalanes, como los españoles, sabían que las medidas eran imprescindibles. Que casi un 50 por ciento opina que con el tripartito de Montilla las cosas hubieran ido peor. Y, pese a las duras medidas, CiU sale casi indemne y mantiene su apoyo electoral. A esos recortes se suman ahora los que ya ha decidido el Gobierno español y los que, sin duda, vendrán, sobre todo, después de las elecciones andaluzas de marzo. Llueve sobre mojado en Cataluña, una de las autonomías más endeudas.
Toda España lo va a pasar mal y Cataluña tal vez no empiece su recuperación -que es lo que los ciudadanos catalanes esperan y por lo que aceptaron los sacrificios- hasta más tarde. Por eso, un año después y con los recortes hechos, el presidente catalán vuelve la vista a Madrid y amenaza con la rebeldía fiscal si no se da a Cataluña lo que tienen vascos y navarros, un pacto fiscal y un recorte de lo que aporta al conjunto del Estado. Seguramente la táctica del segundo año sea poner de relieve que Cataluña no crece porque España no le deja. ¿Hasta dónde está dispuesto de verdad a llevar adelante esa pugna? Posiblemente cuanto peor sea la situación económica, mayor será la voluntad política de tensar la situación y exponer abiertamente la fractura.
Al igual que Mas, Rajoy no tiene de momento oposición y eso ayuda ligeramente. Sin oposición, no hay alternativa. Pero a uno y a otro les interesa más, les debe interesar más, explicar bien lo que hacen y salir de la crisis que conservar el poder. España necesita reformas de fondo en las que sustancialmente PP y CiU pueden estar de acuerdo y se necesitan. También deben cerrar definitivamente el modelo de Estado, que no puede estar a debate día tras día. Lo inteligente es alcanzarlo, aunque coyunturalmente y políticamente no lo sea.
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Francisco Muro de Iscar