Cuando yo era una jovencisima periodista con la suerte nada menos que de poder contar la Transición, Don Manuel era ya un político con largo recorrido. Don Manuel, claro, era Fraga, el único político a los que los periodistas de entonces anteponíamos el «don». Ni a Felipe González, Carrillo, Calvo Sotelo, Pérez LLorca, Miguel Herrero, o el mismísimo Adolfo Suárez, se les trataba con el «don». Solo a Fraga. De manera que con decir o escribir don Manuel todo el mundo sabía que no era otro que Fraga Iribarne.
El éxito de la Transición tuvo muchos padres, los primeros los ciudadanos, pero sin duda no hubiera sido posible sin hombres como Fraga. Don Manuel fue capaz de poner los estribos a la derecha más montaraz y dar un paso al frente para hacer posible un país en que todo el mundo tuviera su lugar. Aún recuerdo como era «noticia» ver a Don Manuel charlar tranquilamente con Santiago Carrillo. Aquellas fotos con ambos políticos departiendo desconcertaban a la derecha más intolerante que no tenía más remedio que ir digiriendo que los tiempos cambiaban.
Fraga fue uno de los «padres» de la Constitución, y también tuvo el valor de enfrentarse a Tejero la madrugada del 24 de febrero.
Permitanme algún recuerdo personal, como el de uno de esos días en que coincidí con Fraga en la puerta del Congreso y mirándome de arriba abajo sentenció: «Está usted muy delgada, ¿qué ha comido hoy?» .Cuando le dije en que había consistido mi almuerzo, no se lo pensó dos veces y muy serio me ordenó seguirle hasta el bar de las Cortes para que me tomara un bocadillo y un vaso de leche. No me atreví a protestar, de manera que aunque soy alérgica a la leche me tomé un vaso bajo la mirada impaciente de Don Manuel que me metía prisa porque el pleno estaba a punto de empezar.
La verdad es que Don Manuel imponía y nadie se atrevía a contradecirle. Sin embargo, él en el juego político fue capaz de dar una lección de flexibilidad, de entender que el tiempo nuevo había que construirlo entre todos, y por tanto que todos tenían algo que aportar y ceder. Y él, el hombre al que nadie se atrevía a rechistar fue capaz de demostrar que tenía cintura política, y que lo mismo que defendía sus ideas y principios podía ceder ante las ideas y principios de los otros para así hacer posible el consenso y el éxito de la Transición.
Yo no me voy a referir al pasado de Fraga, a cuando era ministro de Franco, porque cada cual es hijo de su tiempo y de sus circunstancias. Me quedo con el Fraga que junto a Adolfo Suárez, Santiago Carrillo, Felipe González y otros muchos políticos de entonces pusieron los cimientos de un Estado democrático siendo capaces de impulsar una Constitución donde cabemos todos. Decir que Fraga fue un hombre clave en aquella etapa es una obviedad pero por si acaso conviene repetirlo para que lo sepan y no lo olviden las nuevas generaciones. A las personas no se nos puede resumir en una foto-fija, y la vida de Fraga fue una vida rica en acontecimientos y vivencias que culminaron con la Transición, aunque tampoco podríamos entender Galicia hoy sin su impronta. Descanse en paz Don Manuel.
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Julia Navarro