Como la inmensa mayoría de los lectores conoce, la policía italiana ha registrado la sede de Standard & Poor’s. Si Berlusconi siguiera gobernando en Italia podríamos tomarlo por un ataque mezcla de soberbia y despecho, pero la policía italiana sospecha de S&P y de Moody’s desde hace bastante tiempo, y sospecha que las volatizaciones de algunas bolsas pueden ser interesadas. No es la primera vez que las agencias de calificación están en entredicho, porque no están compuestas por seres puros y seráficos, sino que a sus técnicos les pagan los clientes. ¿Qué clientes? Pues yo no lo sé, pero cuatro días antes de que se derrumbara Enron y fuera a la bancarrota su calificación se encontraba en niveles normales, a pesar de que las agencias conocían, desde hacía casi un año, de los problemas de la empresa. Lehmann Brothers, según estos torquemadas económicos era un buen sitio para invertir hasta justo hasta unas horas antes de su derrumbe, que fue el inicio de la actual crisis financiera.
Por si fuera poco, estas agencias, en ocasiones, se sabe que ejercen la coerción y actúan como auténticos chantajistas. Uno de los casos más claros fue el de Moody’s que publicó una calificación no pedida de la empresa de seguros alemana Hannover Rück. Al poco tiempo la empresa recibió una carta, chantajeándola para que pagara a la agencia y se convirtiera en uno de sus clientes. Como la empresa se negó al método gansteril, siguieron recibiendo malas calificaciones hasta lograr que perdiera 176 millones de marcos de capitalización, lo que llevó consigo el despido de miles de trabajadores.
Yo no digo que haya un Al Capone detrás, pero es sospechoso que -en estos días lo hemos comprobado- los inversores no hagan caso de las calificaciones de estos controladores que nadie sabe quién controla.
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Luis del Val