Son muchas las personas que en algún momento de su vida ha experimentado en su propia carne un déjà vu, la sensación de haber visto o vivido con anterioridad algo que acabamos de experimentar, y que, según plantean algunas hipótesis, podría estar relacionada con la precognición, la clarividencia o con capacidades proféticas.
La experiencia previa que causa este desorden es con frecuencia atribuida a un sueño, aunque en algunos casos se da una firme sensación de que la experiencia ocurrió auténticamente en el pasado. En estas ocasiones se suele considerar como una especie de experiencia extrasensorial de carácter precognitivo, pues se tiene la idea de que en el pasado tuvimos una visión fugaz de lo que ocurriría en el futuro.
Aunque la mayoría de los sueños no son recordados, se ha especulado que los sueños leen directamente de la memoria de largo plazo, soslayando la memoria a corto plazo. En este caso, el déjà vu podría ser una memoria de sueños olvidados con elementos comunes a la experiencia que se vive en el estado de vigilia.
Sin embargo, los investigadores de los procesos neurológicos han formulado varias teorías que sitúan este fenómeno como una anomalía de la actividad cerebral. A nivel médico se considera que puede ser el resultado de un solapamiento entre los sistemas neurológicos responsables de la memoria a corto plazo –que se perciben como pertenecientes al presente– y los responsables de la memoria a largo plazo –que se perciben como pertenecientes al pasado–, y se le relaciona con casos de esquizofrenia, alcoholismo, o síndromes orgánicos cerebrales, especialmente con la epilepsia del lóbulo temporal. Esta correlación ha llevado a algunos investigadores a especular que la experiencia de déjà vu es posiblemente una anomalía neurológica relacionada con descargas eléctricas indebidas en el cerebro.
Otras hipótesis científicas han tratado de dar un nuevo enfoque al asunto, especulando con que las imágenes percibidas por un ojo llegaban al cerebro milisegundos después que las imágenes del otro ojo, causando una sensación de haber visto algo por segunda vez.
Pero en el año 2006 los investigadores británicos de la Universidad de Leeds proporcionaron un cambio radical a las creencias tradicionales.
Las investigaciones que venía realizando esta universidad estaban dirigidas a la demostración de los déjà vu crónicos, una situación en la que los pacientes experimentan constantes sensaciones de “haber estado allí antes” en sus actos y desplazamientos diarios, y a conseguir determinar las causas cerebrales que los producen. En el transcurso de dichos estudios, sus responsables se encontraron con el primer caso del que se tuviera conocimiento de una persona ciega experimentando el déjà vu a través del olfato, el oído y el tacto. Abrir la cremallera de una chaqueta mientras se oye una determinada composición musical, o escuchar un fragmento de conversación mientras se sostiene un objeto entre las manos, son algunas de las experiencias rutinarias que pueden hacer que se active el fenómeno en un sujeto invidente.
Pero aún hay más. Continuando con el programa de investigación Cognitive Feelings Framework –Entramado Cognitivo Emocional–, el equipo científico de Leeds consiguió reproducir déjà vu artificiales en un grupo de voluntarios mediante técnicas de hipnosis.
Los resultados sugieren que las sensaciones asociadas a los recuerdos podrían estar separadas de los contenidos de la memoria, es decir, que habría dos sistemas diferentes en el cerebro que deberían trabajar unidos para que la memoria y sus sensaciones coincidieran, produciendo en las personas una percepción conjunta.
En la película Déjà Vu (2006), de Tony Scott, el fenómeno se explica como advertencias enviadas desde el pasado o pistas para el futuro. La gran duda que permanece es si la memoria humana, que puede viajar al pasado y ofrecernos recuerdos, pueda hacerlo hacia el futuro y entregarnos en momentos pasados acontecimientos que sucederán en nuestras vidas.
David Sentinella