Con la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial, llevada a cabo por el rodillo del PSOE en 1985, se puso fin a la división clásica de poderes de la democracia y comenzó la intervención en la misma por parte del Gobierno y de los partidos políticos. Recuerdo que, Alfonso Guerra anunció gráficamente el hecho diciendo: “Montesquieu ha muerto”.
Desde entonces, la Justicia en España, en palabras de Pedro Pacheco, aquel genuino alcalde de Jerez, es un cachondeo.
Ahora el Gobierno del PP está dispuesto a reformar aquella reforma y devolver el poder a los jueces para hacer más democracia. Porque, desde aquella reforma de Felipe González, la democracia española estaba coja de una de sus patas.
De hecho, ya el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, ha defendido con vehemencia, en su primera comparecencia en el Congreso de los Diputados, la decisión del Gobierno de ceder a los jueces la elección del Consejo General del Poder Judicial, diciendo: «No podemos seguir con la imagen de politización de la Justicia en España».
Esperemos que tan buena iniciativa no se quede en agua de borrajas. Entre otras cosas, porque es lo que ordena la Constitución.
Al parecer, se trata de volver a 1985 cuando los propios jueces elegían a 12 de los 20 vocales del CGPJ, eliminando «cualquier atisbo de politización» y apostando, por «crear una carrera judicial de excelencia». Bien.
Al parecer, se trata de volver a 1985 cuando los propios jueces elegían a 12 de los 20 vocales del CGPJ, eliminando «cualquier atisbo de politización» y apostando, por «crear una carrera judicial de excelencia». Bien.
Por cierto, que también ha anunciado un copago para la justicia, en la línea que yo mismo describía ayer: “Gallardón también ha anunciado que los ciudadanos que no estén de acuerdo con el veredicto en primera instancia que les conceda un órgano jurisdiccional y quieran exigir un recurso en segunda instancia, deberán pagar una tasa que irá destinada a la renovación de la Justicia.”
Esto acabará con la judicialización de la sociedad española. Muy bien.
Pinocchio