El septenio negro zapaterista en España ya se puede contabilizar. Hoy ha dejado de ser algo etéreo, imaginario y discutible y ha pasado a ser algo prosaico. Pragmático. Ya la historia puede reflejarlo en cifras y dejarlo nítidamente escrito para siempre.
En el último periodo de mandato socialista en España el paro llegó a 5.273.600 personas. Esta es la realidad. Lo demás de su gestión ha sido sólo un costoso brindis al sol.
Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) hecha pública por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el paro subió en 577.000 personas en 2011 respecto a 2010, un 12,3% más, situándose el número total de desempleados en 5.273.600 personas, cifra desconocida hasta ahora para la economía española.
La tasa de paro escaló al cierre del año pasado hasta el 22,85%, 2,5 puntos superior al de 2010. Algo inaudito y vergonzante.
¿Y ahora qué? Esa es la pregunta del millón de euros. ¿Ahora qué hay que hacer para devolver la esperanza a tantos españoles?
Creo que la pregunta, en primer lugar, habría que trasladársela a la patronal y a los sindicatos. Y habría que hacerlo con carácter urgente y exigente. Porque ya vale de marear la perdiz entorno a una reforma laboral que se niegan a llevar a cabo para no perder privilegios anclados en el franquismo.
En segundo lugar, la pregunta habría que hacérsela a los bancos que también son corresponsables de esa obscena cifra de parados y ahora solo piensan en salvar el dividendo de sus accionistas en lugar de dar créditos para fomentar el empleo.
Y en tercer lugar, al Gobierno. Para exigirle a Rajoy y a su extraña bicefalia económica que no deje pasar ni un día más sin tomar medidas quirúrgicas. Porque ya no valen las cataplasmas. Se acabó el tiempo. 5.273.600 personas las están necesitando.
Lo demás, sigue siendo eufemismo zapaterista.
Pinocchio