Cuando lean estas líneas el PSOE tendrá ya un nuevo «jefe» o «jefa», que deberá abordar la peor crisis de este partido desde la recuperación de la democracia. Al tiempo que un PP con mayoría absoluta está deshaciendo su único legado consistente en una legislación progresista que los socialistas tejieron durante ocho años y que junto a la mala gestión de la crisis económica constituía el balance de su paso por el poder. Por eso el discurso de despedida de Zapatero sonó como el canto del cisne. Ese animal que solo canta, y algunos dicen que no es cierto, cuando va a morir.
En su discurso ante el XXXVIII congreso volvió a repetir, una vez más, que no vio venir la gravedad de la crisis y que las duras medidas de mayo de 2010 se tomaron para evitar que el país fuera intervenido. Mientras desgranaba las conquistas en el terreno de las libertades y los derechos sociales, él mismo era consciente de cómo, un mes después de dejar la Moncloa, se estaban deshaciendo cual azucarillos en café caliente.
Comentan los asistentes a su discurso que el aplauso final fue una forma de decirle que la militancia le disculpa la apabullante derrota sufrida en las urnas y se compadece ante la circunstancia de que le tocó bailar con la más fea de las crisis.
Seguidamente, liberado ya de tensiones, acudió al programa ‘Hora 25’ de la SER. Allí, con Angels Barceló, fue donde su relató sonó más a canto de cisne. Por primera vez confesó a los ciudadanos su impotencia frente a una crisis que se le vino encima como un incendio gigantesco y para él que no se habían preparado ni mangueras ni cortafuegos. Reconoció que no pudo hacer más, se preguntó si tenía que haber dimitido y confesó que: «No di más de sí, la crisis era la que era». Pero su dolor, seguramente sincero, ante las vergonzantes cifras del paro que el Ministerio de Trabajo le remitía mes tras mes, no servirá de consuelo a los millones de ciudadanos que han perdido su puesto de trabajo.
Muchos simpatizantes y militantes socialistas siguen pensando que el tiempo colocará a José Luis Rodríguez Zapatero en el lugar que le corresponde, cuando los zarpazos de la crisis sigan expulsando trabajadores del mercado laboral y los recortes del PP en temas sociales hagan aún más difícil la supervivencia.
También es cierto que viendo la contrarreforma emprendida por Rajoy, los años de Zapatero van a resultar la «modernidad».
Lo cierto es que se equivocó gravemente en la gestión económica, llevado de un exceso de confianza y de buenas intenciones. Faltó gente de prestigio a su alrededor, por su obcecación en asumir roles que no le correspondían, y le sobraron malos consejeros. Si, además, la Ley de Dependencia resulta ahogada por los recortes, la de la Memoria Histórica duerme el sueño de los justos, el derecho al aborto vuelve a la legislación de los 80, en Educación se pierde la ciudadanía, no quedará nada de sus ocho años de gobierno salvo el recuerdo de unos avances efímeros.
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Victoria Lafora