Conozco a algunos amigos que ya no leen los periódicos y cambian de canal cuando aparecen las noticias. El alma humana tiene un límite al miedo. Somos muchos los que cerramos los ojos cuando el asesino va a correr la cortina de la ducha. Vivir con miedo es terrible; muchos eligen hacerlo en la ignorancia. Escaparse de la realidad, ahora, es tratar de huir del miedo.
El frío es la materialización térmica del miedo. Salir de casa, en estos días, en muchos lugares de España, da miedo; no estamos acostumbrados a que el frío traspase nuestra ropa: mejor quedarse en casa por si escampa.
No hay esperanza en la mayor parte de la población. Por lo menos se ha reducido el sueldo de los bancarios cuyas entidades han recibido ayuda pública. ¡Qué pena que Zapatero no tuviera el coraje de ese gesto casi ejemplarizante! Lo suyo fue indultar a un banquero amigo en el último consejo de ministros. Rubalcaba y Chacón, sentados en esa mesa, estuvieron de acuerdo con ese trato de favor para rehabilitar a un banquero inhabilitado. Así son las cosas.
Nadie quiere mirar el calendario porque el día que se celebren las elecciones andaluzas Rajoy sacará del congelador las medidas más duras. Se le escapó cuando creía que no había micrófonos. Los políticos solo dicen la verdad cuando piensan que les escuchan nada más que sus colegas. El resto, muditos.
Frío que da miedo y miedo que da frío. La sociedad está anestesiada para que no le duela el futuro. Pero la anestesia pasa y el frío también. Dentro de poco las calles se van a llenar de gente indignada. Lo sabe Rajoy y lo sabemos todos. Pero de momento, solo tenemos frío y miedo o miedo y frío.
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Carlos Carnicero