La figura del nuevo Secretario General del PSOE dará mucho que hablar en los próximos días, semanas, meses y años. Menudo es Rubalcaba, como para desaparecer de las portadas…
Siempre me he fijado en él, en sus modos, en sus formas, en esa manera suya de atraer la atención en todo momento, aunque lo dicho no fuese de gran importancia, que ocurría pocas veces. Cuando D. Alfredo habla es porque hay algo que decir o porque lo que se diga tiene especial trascendencia. Así ha sido y así seguirá siendo. Es un líder al que le gusta y sabe manejar la comunicación. No desprecia la imagen, ni la palabra, ni el gesto. Utiliza como pocos las pausas y los silencios. Tiene credibilidad entre los suyos y la capacidad de irritar a los adversarios. Nada mejor para ser lo que es.
Ha sido el primer Ministro de Interior que ha llevado la voz cantante para hablar de los accidentes de tráfico. Un tema espinoso, siempre incómodo para todos los que han pasado por la Dirección General de Tráfico, menos para Rubalcaba. El carné por puntos, la reducción de la accidentalidad y la disminución de muertos en las carreteras lo ha manejado con destreza comparando el ayer con el hoy, para dejar claro que, nunca antes, había habido una gestión como la suya, sin decirlo, claro está. De eso se trata.
A Rubalcaba se le atribuye siempre un juego sucio, una carta en la manga, acciones escondidas. Las habrá pero no tantas como le adjudican quienes no le quieren ver en las alturas, dentro y fuera del partido. Y, aunque es verdad, que a él le ocupan y le preocupan todas aquellas cuestiones que afecten a la imagen, después de tantos años en la política se ha dado cuenta que es preciso ofrecer contenido. Los ciudadanos escuchan, ven, se dejan convencer, pero cuando pasa el tiempo exigen hechos. Esos que le han dado la victoria al PP y han dejado al PSOE en su peor momento electoral.
Descenso al que ha llegado de su mano, de la mano del que ya es Secretario General del Partido. Es verdad que después de la gestión nefasta de un Presidente improvisador, pero también es cierto que acompañado en el gobierno, entre otros, por él. Tuvo su responsabilidad durante el gobierno y más tarde como candidato. Todo indicaba lo que sucedió finalmente, pero Rubalcaba creyó que podía cambiar el rumbo del previsto resultado electoral. Confió en sus artes, buenas y malas, en su imagen, en su facilidad para la comunicación… pero no fue suficiente. Quizá hubiese sido peor sin él, pero eso nunca lo sabremos.
Ahora es el Secretario General del Partido Socialista del que ha dicho que es fuerte, aunque esté en un momento de debilidad. Ya manda en su gente. Las palabras sobran, llegan los hechos y hay quien dice que no son buenos tiempos para Tomás Gómez, el PSM y las otras federaciones que han sido contrarias. Ya veremos porque dentro del partido manda y mandará durante algún tiempo, pero eso es cosa interna. De cara al exterior, antes de empezar a trabajar, ha puesto en marcha la máquina de la propaganda, ha dicho que Rajoy en una gran mentira, que el PP se fue del gobierno mintiendo y ha llegado mintiendo. Es Rubalcaba en esencia.
Que Rajoy tome nota porque de esto habrá mucho a lo largo de esta legislatura. Está bien eso de felicitarle pero será conveniente prepararse para el vendaval. Un amplio gabinete de comunicación capaz de contrarrestar. El nuevo líder socialista es como una ola de frío, o te preparas para recibirla o te lleva por delante.
Si no se lo creen, con esperar es suficiente.
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Pedro Fernández