Leyendo las resoluciones del 38 congreso del PSOE y escuchando a su secretario general la conclusión es que los socialistas quieren recuperar el discurso y las políticas socialdemócratas que es, a la postre, lo que demanda su electorado. Y seguramente durante los años en que estén en la oposición Rubalcaba y los suyos defenderán soluciones socialdemócratas para los problemas de la sociedad. En realidad muchos simpatizantes del PSOE cuando más en sintonía están con este partido es cuando está en la oposición. Y es que el PSOE ha gobernado hasta hace dos días y las soluciones que Zapatero y sus ministros estaban dando a la crisis no eran otras que las que le dictaban desde Bruselas, es decir las mismas políticas que ahora está aplicando Mariano Rajoy.
Yo creo que a los dirigentes socialistas les falta pisar la calle, no digo que no lo hagan, lo hacen, sí, pero solo para reunirse con los suyos, por tanto no terminan de conocer la realidad. Y la realidad es que han perdido cuatro millones de votantes no solo porque Zapatero estaba aplicando las recetas ordenadas por la señora Merkel, sino porque algunas de sus políticas chirriaban en la calle.
Lo he escrito en muchas ocasiones, el PSOE de Zapatero se parecía más a un partido de corte radical que a un partido socialista, y por ahí también han perdido votos.
El PSOE ha perdido votos por su izquierda a cuenta de sus políticas económicas seudoliberales, pero también ha perdido votos por el centro por sus políticas radicales yendo más allá de lo que quería el grueso de la sociedad.
Rubalcaba, que es listísimo, debería de reflexionar antes de ponerse a lanzar proclamas anticlericales que chirrían en una parte de su electorado, no en todo, pero sí en una parte. Amenazar con romper el concordato y los consensos constitucionales puede gustar en un mitin pero ¿y en el resto de la sociedad? El nuevo secretario general del PSOE debería de pensar que muchos de sus votantes pasan por la vicaría a la hora de casarse, bautizan a sus hijos, les hacen tomar la Primera Comunión, etc. Eso no implica para que a esos mismos votantes les parezca estupendo que cada cual haga lo que le dé la gana, se case con quien quiera, y se organice la vida como le convenga. Pero a estas alturas los discursos anticlericales suenan antiguos y fuera de lugar.
Como hay políticas puestas en marcha por el Gobierno Zapatero que no han sido comprendidas ni mucho menos aceptadas por el grueso de la sociedad y por una buena parte de sus votantes. Por ejemplo, que las niñas de 16 años puedan abortar sin el conocimiento de sus padres. Lean bien, escribo sin el «conocimiento» de sus padres. Y es que el personal no puede comprender como para ponerse un piercing una menor tiene que tener consentimiento paterno y para abortar no.
Puede que para muchos de esos cuatro millones de ciudadanos que dejaron de votar al PSOE lo importante es que alguien les dé soluciones a sus problemas reales en vez de dedicarse a la ingeniería social.
La verdad es que el PSOE lo tiene fácil si quiere recuperar a su electorado y sin duda Alfredo Pérez Rubalcaba sabe cómo hacerlo, a no ser que decida gastar tiempo y energía presentándose como un «comer curas», amenazando con meter en vereda a la Iglesia.
Vivimos en una sociedad donde cada cual se organiza la vida como le viene en gana, y en la que la Iglesia dice lo que cree conveniente sin que eso signifique que pueda imponer a nadie lo que debe de hacer. Es decir, la de la Iglesia es una voz más, que yo no sé por qué pone tan nerviosos a algunos, aunque me temo que hay una parte de la izquierda que continúa pensando que la sociedad es menor de edad y que se deja influir así como así. Dejemos a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César, y que cada cual diga y haga lo que tiene que hacer independientemente del otro.
Y vuelvo al principio, a ese reto que Rubalcaba tiene por delante, el de devolver al PSOE sus señas de identidad, si lo logra en eso ganará la sociedad entera porque es necesario un partido de izquierdas fuerte, sólido y responsable. Ahora el futuro del PSOE está por escribir.
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Julia Navarro