Estoy, realmente, asombrado de la falta de respeto que tenemos en España a la Justicia, como base fundamental del Estado de Derecho. Me asombra ver cómo hay ciudadanos que se rasgan las vestiduras ante una sentencia del Tribunal Supremo, tomada por unanimidad, en la que se condena a un juez a 11 años de inhabilitación por haber prevaricado, conculcando el sagrado Derecho de la Defensa. No entiendo nada. Y, además, que se use la demagogia barata hasta la náusea diciendo que, en el caso Gurtel, el único condenado es el juez que lo investigó o que la sentencia estaba escrita desde hace tiempo o que, hoy, es un día triste para la democracia. Es tremendo.
Porque tremendo hubiera sido que se hubiese conseguido condenar a unos imputados con cargos conseguidos de manera ilegal. Escuchando las conversaciones entre el acusado y su defensor.
¿Dónde se ha visto una cosa así salvo en países dictatoriales? En España y en cualquier país que respete el imperio de la ley vulnerar el Derecho de Defensa es algo prohibidísimo.
Y, otra cosa, los acusados en el Caso Gurtel pueden ser unos sinvergüenzas, que lo son, pero no unos delincuentes hasta que se demuestre que lo son en un juicio con todas las garantías procesales. Eso es democracia.
¿A dónde íbamos a ir a parar si aquí se condenase a la gente sin juicio y sin consentir, en su plenitud, el derecho de defensa?
En cuanto a que la sentencia estaba escrita desde hace meses, como dice el condenado, me parece una boutade que casi no merece la pena rebatir. Indica sólo la catadura egocéntrica que tiene el prevaricador.
Y, hoy, señores de IU, es un día muy importante para la democracia. Y, desde luego, nada triste. Hubiera sido triste si se hubiera conculcado un derecho fundamental del ciudadano y el causante de esa vulneración se hubiese ido de rositas. Porque, entonces, se habría abierto la veda y habríamos entrado en un sistema herido de muerte, democráticamente hablando. Como, parece, que a ustedes les gusta.
Y es un día importante porque la sentencia demuestra, de una forma taxativa (hay que leerla antes de hablar) que la ley está, afortunadamente, por encima, incluso, de los jueces.
Pinocchio