Qué diferencia tan enorme hay entre este congreso y el celebrado hace casi cuatro años. Rajoy fue a Valencia con una derrota y una parte del partido desgranada, sin atreverse a plantarle cara y murmurando en medios de comunicación y corrillos. Ahora, Rajoy va a Sevilla con una mayoría absoluta y el partido a partir un piñón con él. Bueno. Hay alguien que no y que, para variar, lleva varios días intentando adquirir un protagonismo que no le corresponde, al tiempo que trata de meterle un dedo en el ojo al presidente popular.
En efecto, es Esperanza Aguirre, experta en provocar situaciones absurdas en los momentos más inoportunos para el partido y para Rajoy. Incluso también para ella, pues esa inoportunidad le lleva al ridículo. De lo contrario no se explica su última ocurrencia: proponer que al presidente del PP lo elijan los militantes y no los delegados en los congresos.
¿Es o no es tener ganas de robar titulares a Mariano Rajoy? Sin duda que sí. Si tan convencida está de ello, lo que debe hacer es proponer la reforma de los estatutos. Pero no lo hace, porque en el fondo no se atreve. También le pudo la cobardía hace cuatro años cuando, después de amagar en varias ocasiones, se retiró de una carrera que nunca tuvo el coraje de iniciar por la presidencia del PP. Ahora ha hecho tres cuartos de lo mismo. Lo único que tiene que hacer es llevar esa idea al plenario del congreso y esperar que se la aprueben. Piensa Esperanza Aguirre que tendría el favor –y el voto- de la mayoría de militantes populares de España. Y se equivoca. Tan bien lo sabe, que no moverá ficha.
Ahora, mal que le pese a la presidenta madrileña, Rajoy tiene la sartén por el mango y será él quien decida la representación de los afines de Aguirre en los órganos de mando en Génova. Si la composición del Gobierno de España es un signo, puede que Aguirre y sus socios se queden a dos velas.
Habrá que esperar, por tanto, si Mariano Rajoy opta por premiar la lealtad y castigar la deslealtad de Aguirre y los suyos o si, por el contrario, elige la generosidad y los integra en la cúpula popular.
Si es esto último, no perderá, pues se confirmará esa generosidad mencionada y se asegurará tenerlos controlados. Eso sí, dentro de un orden, porque estando Esperanza Aguirre de por medio ninguna paz es duradera.
Editorial Estrella