Punto de partida:
«Es verdad que aquí van a perder muchas posibilidades -o mucho poder, si usted quiere- tanto las organizaciones empresariales y como las sindicales, pero es que nosotros tenemos que trabajar para la gente, para los trabajadores». Son palabras del Presidente del Gobierno en el Congreso, hace un par de días, defendiendo la Reforma Laboral.
Base de la afirmación:
Por poner un ejemplo de esa pérdida de poder (adquisitivo), es lo que gana José Ricardo Martínez, secretario general de UGT-Madrid y agitador de masas al mejor estilo de los años 30 del Siglo pasado.
El señor Martínez tiene una remuneración de 181.000 euros anuales, sueldo que podría aumentar hasta los 198.000 en 2012, como consejero de Caja Madrid-Bankia, al margen de otras bicocas.
Eso sí, como agitador del masas, el compañero Martínez, es el número uno del sindicalismo español. Al margen de protestar contra la enseñanza pública en la Comunidad de Madrid y, en cambio, llevar a sus hijos a un centro privado de enseñanza, es el que se negó a cumplir servicios mínimos en una huelga y mando al Gobernador del Banco de España “a su puta casa”.
Consecuencia:
Este domingo, los sindicatos españoles se echan a la calle. Protestan contra la Reforma Laboral. Están en su derecho. No protestaron contra los casi cinco millones y medios de parados de la etapa socialista. Pero también estaban en su derecho.
Lo curioso es que, al frente de esa manifestación del domingo, estará José Ricardo Martínez, por ejemplo.
Pinocchio