El líder de la oposición ha dicho que hay «campañas repugnantes contra los sindicatos» porque han osado decir que no a la reforma laboral. Rubalcaba sabe que no es verdad. La denuncia de que tenemos unos sindicatos anclados en el pasado, sin preocupación por los cinco millones y medio de parados, cómplices de no haber tomado medidas para aliviar la crisis, absolutamente dependientes de las subvenciones públicas, creadores de una clase social de sindicalistas que no trabajan, viene de lejos. Los sindicatos son necesarios, pero no han hecho su transición, son organizaciones escasamente democráticas, con cuentas nada transparentes que han venido descalificando a la clase empresarial y a los banqueros. Y ahora se descubre que muchos de ellos han venido cobrando sueldos impresentables de entre 75.000 y ¡180.000 euros! al año por sentarse en los consejos de administración de las entidades bancarias y han sido incapaces de denunciarlo públicamente porque eso significaba renunciar a ellos. ¿Cuánto han ingresado ellos o sus sindicatos por callar las barbaridades que se han cometido al amparo del respaldo político y sindical en el sector financiero? ¿No son responsables? ¡Y UGT no ve «dilema moral» porque el sindicato se quede con los sueldos en Cajas y bancos rescatados!
Dice el catedrático de Historia Económica de la Universidad Autónoma de Barcelona. Jordi Maluquer, que «la única solución es la mejora de la productividad con reformas estructurales. Hay que acabar con los abusos y las disfunciones. Poner fin al despilfarro de recursos de la sanidad, exigir algún copago para que la gente no se piense que ir al médico es como ir al café a jugar al dominó, introducir precios reales -o por lo menos un poco realistas- en la enseñanza superior y becas para quienes se las ganen, penalizar el absentismo de quienes todavía tienen trabajo, poner peajes a diestro y siniestro, dar fin al gasto suntuario y electoralista en materia de inversiones». «No se puede construir, termina, un puerto de mar en todas las capitales de provincias por la monserga de la equidad territorial».
A esto, y a mucho más, se niegan los sindicatos, especialmente si toca a sus finanzas. Se les ha reducido sustancialmente el número de liberados, muchos se han tenido que poner a trabajar y los contribuyentes nos hemos ahorrado un montón de millones de euros. Los fondos destinados a formación, que hasta ahora manejaban sin control la patronal y los sindicatos, se van a reducir y van a entrar otros a compartir el pastel. La reforma laboral quita poder a los sindicatos en las fábricas y negocio en muchos otros sitios. Esto es lo que duele. No se puede reducir el sueldo a los funcionarios, recortar en todas las partidas, bajar el sueldo a los directivos de las empresas públicas y que los sindicalistas sean bancarios con sueldos de 75.000 a 180.000 euros por unas horas. He sostenido siempre que los políticos deben cobrar más y que los partidos y los sindicatos deberían autofinanciarse. Pero no hay «campañas repugnantes». Lo que repugna es conocer ahora lo que sabemos.
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Francisco Muro de Iscar