miércoles, noviembre 27, 2024
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Doña Soraya y los sindicatos

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Las manifestaciones contra la reforma laboral que estaban convocadas para este fin de semana han venido precedidas por los ataques de la portavoz del gobierno Dña. Soraya Sáenz de Santamaría contra los sindicatos, a los que pide que «representen también al parado», ya que según ella no lo hacen.

Lo cierto es que creo que Dña. Soraya no hace bien al decir esas cosas porque si bien los sindicatos no se sabe muy bien a quién representan, quizá a ellos mismos, el gobierno y la patronal no se encuentran en las mejores circunstancias en estos momentos, para impartir doctrina. La semana pasada nos dejó la foto de la vergüenza, en la que los representantes de la patronal reían y gesticulaban festejando la nueva norma, cual si hubiesen tomado alguna sustancia sicotrópica, al tiempo que los representantes de lo sindical presentaban un aspecto como de empresarios de pompas fúnebres. Créame, Dña. Soraya, no es la mejor imagen para atacar a nadie, ¿no ve que fácil es decir ahora que ustedes a quién representan es a los empresarios?  y no es verdad ¿cierto? porque nos deberían representar a todos.

Y tampoco hace bien porque creo que a nivel de calle hay rechazo y miedo en general a la reforma. Tengo la impresión de que a nivel de gente corriente, traduzco gente corriente por trabajadores de a pie de esos que pagan los impuestos, el problema no es precisamente el abaratamiento del despido, sino la fijación de una correlación de fuerzas que se nos dice que está basada en el poder del mercado y en el liberalismo y que siendo su fin último la minoración de los salarios, introduce una gran inseguridad en las relaciones laborales y en la gente de a pie.

También se tiene la impresión a nivel de calle de que la reducción salarial perseguida se consigue introduciendo una discriminación positiva en la ley a favor de la empresa sin contrapartida ninguna ya que no ha habido pacto alguno y que todo ello viene inspirado por la teoría de la devaluación interna, aunque en el caso español no parece que se tengan en cuenta las bajadas de precios que se contemplan en la misma.

Y por otro lado, si los salarios bajan por Real Decreto, y nunca mejor dicho, y los niveles de precios se mantienen, ¿Que sucede con el margen extra que obtiene el empresario? ¿Irá a un paraíso fiscal, se invertirá en un chalé y en un deportivo o en crear más puestos de trabajo? ¿Quién decidirá qué hacer con ese excedente? ¿Podrán decir algo los que han ayudado a conseguirlo? Ahí creo que también se duele la reforma, porque se está colando dentro de la misma un traspaso de rentas de un grupo a otro de forma totalmente torticera.

Es cierto que desde muchos sectores liberales se indica que incluso la reforma se ha quedado corta, que todo debe quedar a las fuerzas del mercado que es el mejor regulador, la oferta y la demanda, y que si bien, en primera instancia, los salarios bajarán, al ser la demanda de empleo mayor que la oferta, cuando llegue la recuperación, y se dé la vuelta a la situación, los salarios subirán.

Pero lo cierto es que cuando eso sucedió en el pasado en este país, nadie sabe cómo ni porqué empezaron a llegar emigrantes ilegales que abarataron los salarios e hicieron proliferar a los denominados «mileuristas» y mantuvieron la precariedad laboral. ¿No sería que alguien interesado que tenía mucho poder presionó a los gobiernos de turno para permitir esa situación? ¿Por qué hay que pensar que ahora sería distinto cuando gobierna el mismo partido que inició ese proceso? Ahora no es necesario importar esa mano de obra barata, es más que suficiente con el producto autóctono.

Como debería saber Dña. Soraya, racionalizar es bastante sencillo y nadie estamos en posesión de la verdad. Por ello creo, y a riesgo de ser pesado, que una reforma del calado y de las implicaciones de ésta, tendría que haber sido pactada con el resto de fuerzas políticas y con los representantes sociales para llegar a un compromiso en el que cada uno ponga su esfuerzo y en el que se distribuya el rédito a obtener de manera equitativa y justa.

Todavía están ustedes a tiempo de reunirse en torno a una mesa y hacerlo. ¿Hay algo que se lo impida? ¿Quizá Merkel, su orgullo u otro tipo de intereses? Todos nos jugamos mucho en estos momentos y también ustedes y hay que aprender a escuchar a todo el mundo, a tratar de acercar posturas y hacer que las leyes tiendan todo lo posible a la justicia.

¿Van a aplicarse a sí mismos la flexibilidad que predican con esta norma?

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José Luis Martín Miralles

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