Pocos congresos de partidos políticos han escenificado la unanimidad que se ha visto en el del Partido Popular en Sevilla. Dos son las causas seguras, la personalidad del líder, Mariano Rajoy, y la aplastante victoria electoral que, en estos casos, es bálsamo de Fierabrás para limar cualquier tipo asperezas. Ni siquiera en los congresos presididos por Aznar se dio un éxtasis parecido al que acaba de finalizar este domingo. Sin duda, esta alegría es el fruto por haber conseguido la estabilidad interna, sobrevenida por los resultados de las Generales y Autonómicas. Nunca un partido había logrado en democracia tanto poder y ese se nota en la organización popular. Esta situación de dulzura le ha otorgado a Rajoy la capacidad de organizar el PP a su verdadera imagen y semejanza: la moderación y generosidad.
La moderación está en el curriculum de quienes –mayoritariamente- componen la nueva ejecutiva, los más cañeros, como Estaban González Pons, han quedado para vestir santos. Y es que ahora no toca el histrionismo ni las frases hechas, generalmente hirientes, del valenciano.
La generosidad también la ha demostrado Rajoy al incluir, como vocal –como simple vocal eso sí-, al secretario general del PP madrileño y “vicetodo” de Esperanza Aguirre, Ignacio Gónzalez. El mismo que hace cuatro años se dedicó a conspirar contra el líder popular, lo que costó su entrada en el Comité Ejecutivo Nacional del PP. Su presencia en esta ocasión no es tanto porque haya “purgado sus pecados”, sino porque es mejor tenerlo atado en corto que descontrolado. Ignacio González y Esperanza Aguirre han recibido el mensaje pues saben que su vocalía no es por sus méritos, sino porque, además de lo mencionado, resultaría difícil de justificar que el secretario general del PP de Madrid, no estuviera en ese Comité Ejecutivo.
Pero no es el único recado del que la “pareja de hecho” debe tomar nota.
La incorporación del ex vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, al área de Política Local es mucho más duro de digerir para los esperancistas y, aunque no están las cosas para sacar el pie fuera del tiesto, el nombramiento lo consideran una afrenta. Pero callan y se muerden la lengua. Su intención -recuerde el lector- fue expulsarlo del partido cuando hizo aquellas declaraciones criticando a Aguirre y a González en El País. Recientemente se complacieron cuando Cobo no pudo acompañar a Gallardón en su equipo ministerial, pero les ha durado poco y este cargo les ha dolido más que si hubiera sido Secretario de Estado de Justicia. Su lectura es fácil, una vez más en los últimos meses, “Albertito” –como le llaman-, gana y ellos pierden.
Han de darse, sin embargo, por satisfechos. Con todas las meteduras de pata que Aguirre y los suyos han cometido, pueden dar gracias de que haya sido el congreso de la moderación. La que ellos nunca han tenido con Rajoy ni con Gallardón.
Editorial Estrella