Patronal y sindicatos compiten en las ganas de enviar al disidente lejos (muy lejos). Lo último ha sido un preboste de la CEOE, de cuyo nombre prefiero no acordarme, que ha sugerido mandar destino Laponia a los parados que rechacen una oferta del INEM. Pero no solo es él a quien le gusta empaquetar al diferente, antes que este señor de corbata exquisita y de modales pésimos, José Ricardo Martínez (líder de UGT en Madrid), mandó al gobernador del Banco de España a «su puta casa», y bien clarito que lo dijo por si acaso era necesaria una traducción al lenguaje de sordos.
Patronal y sindicatos llegaron a un acuerdo hace pocas semanas y de nuevo los tenemos enfrentados a cuenta de la reforma laboral que para Rajoy es «buena y necesaria»; y discutible también pero dentro de un marco que sea pacífico. Si vamos a asistir al lanzamiento de maldiciones con catapulta tampoco hace falta tener mucho talento, en ese caso con situar al frente a los más chulos de la clase ya tenemos montada una mesa de negociación que puede acabar como las bodas entre familias enfrentadas. Hay palabras pronunciadas que trasladadas a letras de molde quedan mucho peor y se recuerdan durante más tiempo.
Aquí falta sentido común y algo más de humor, y sobran vapores de ira que espesan el ambiente. Si el preboste de la CEOE quería impresionar tenía que haber llenado las oficinas del INEM de folletos turísticos de Laponia, hermosa región del norte de Europa donde se toman unas fotos espectaculares en primavera pero donde no hay quien viva el resto del año. Sin entrar en mayores detalles, no parece que en Laponia tengan trabajo para todos los parados españoles, tal y como sugiere el preboste. Allí tan solo curran los renos de Papá Noel. Eso sí, la expresión: «Te vamos a poner mirando a Laponia» podría pasar a formar parte del empresario iracundo.
Esta manía por enviarte lejos tampoco es reciente, se ha practicado siempre, a los niños inquietos se les ha dicho: «¡Anda ve a tu cuarto que no te quiero ver un rato!», pero es un exilio parcial, cariñoso, llevadero. Aquí nadie se va a marchar a Laponia como tampoco Miguel Ángel Fernández Ordóñez se fue a su casa por exhortativa que fuera la propuesta del líder madrileño de UGT. Las diferencias son saludables pero no así la ordinariez porque puede resultar que otro aparezca con otra catapulta y te envíe a mayor distancia. Podemos estar convencidos de que el más allá se conquista a base de empujones de aquellos que no te aprecian.
En este trasiego entre España y Laponia se nos va la energía en lo importante. Ya tuvimos suficiente con la ensalada de brotes verdes, no caigamos ahora en los «bordes verdes», con permiso de la agencia de turismo de Laponia.
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Rafael Martínez Simancas