Me cuentan que, cuando el Gobierno español llega a Bruselas y dice que el problema de la ruina española está en las autonomías, los funcionarios de la UE se quedan perplejos. No entienden nada. «¿Qué es eso de las autonomías?», preguntan. «Pues, -responde el Gobierno español-, una cosa muy española parecida a un Estado Federal pero que no lo es». El funcionario, que puede ser noruego o austriaco, vaya usted a saber, vuelve a mirar confuso al del Gobierno español y a decirle que no entiende nada. Entonces, el español se defiende argumentando que España es seria pero que las CCAA no lo son. «¿Pero quién manda en esas Comunidades Autónomas?», termina preguntando el funcionario cabreado. A lo que el español, sin saber qué responder, se encoge de hombros y termina poniéndole un ejemplo. Y contándole que España es como una familia con 17 hijos en la que cada uno de ellos va a su bola. Y que, entre los 17, algunos son rebeldes, otros desobedientes, otros contestones, maleducados, gastosos, poco estudiosos, nada serios… En fin unas joyitas incontrolables…
Lógicamente, el tipo de la UE, que sigue sin entender nada, le dice que ese es un problema nuestro. Que primero arreglemos las cosas de nuestra familia y que luego el padre vaya a hablar a Bruselas en nombre de todos. España es un caos. Por activa y por pasiva. La hemos convertido en un caos. España sólo es un Estado residual y 17 nano-estaditos en manos de pequeños napoleoncitos, que se creen los reyes del mambo, y que han montado 17 chiringuitos para su mayor gloria, con 17 sistemas educativos, 17 sistemas sanitarios, 17 maneras de hacer justicias, 17… 17… Todo en España está multiplicado por 17. El 17 es nuestro número de la ruina. Es más, si seguimos así, habrá diecisiete fronteras dentro de nada. De hecho, comercialmente, ya existen.
El Estado de las Autonomías, le pese a quien le pese, es insostenible. Económica y políticamente. Porque una cosa fue lo que se escribió como concepto y otra cosa es lo que ha resultado ser. Y lo que ha resultado ser es inasumible y hay que corregirlo. No hay dinero para mantener a tanto político mediocre y tanta estupidez pueblerina y cateta. Hay que reorganizar esta ruinosa estructura. Y urgentemente.
Y aunque lo ideal sería que el Estado recuperase competencias, algo que parece que no está contemplado legalmente, bastaría, para empezar, con que el Gobierno central aplicase la ley, que existen leyes correctoras del dispendio de las Autonomías, y controlase tanto despilfarro. Leyes, por cierto, que nunca se han llegado a aplicar.
De lo contrario, no habrá manera de salir de esta ruina, insisto, económica y política y que es el hazmerreir del mundo.
Nota: No deja de ser sorprendente que la denostada Comunidad de Madrid haya sido la única de las 17 autonomías que ha cumplido con el déficit…
Pinocchio