Esto del déficit, como dice su propia palabra, es un asunto bastante lamentable. Por su culpa una amistad leal y sincera, aunque debo reconocer que reciente, entre Ángela Merkel y nuestro señor Rajoy puede resentirse. La una dice que en este año no debe superar el 4,4 y el otro se planta en el 5,8 y así están. Como podrán comprobar les distancia un 1,4, lo cual aunque parezca una minucia, parece ser que es muy importante: Algo así como 14.000 millones de Euros que es una cifra que uno está seguro de que no existe. Debe ser un concepto o un sinónimo de infinito. De hecho si quiero traducirlo a pesetas, mí calculadora de Hello Kitty no tiene los dígitos suficientes.
Claramente servidor pertenece a otra época. Los enfados con los amigos, si se producían, eran por cosas más reales: no te había dejado el velomotor, se había empleado con dureza jugando a lo que fuera, se te había llevado un Long Play o cosas así. Si el enfado era con personas del otro sexo ya se pueden imaginar las razones. Pero por el déficit, nunca. Es más, este déficit del que ahora se habla tanto yo creo que los de mi generación ya no lo notamos. Llegamos al mundo con él y parece ser que así nos iremos. Y que a nadie se le ocurra decir eso de que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, pues ahí si que me enfado y me compro un chándal.
El déficit que servidor conocía y debo decir que muy bien, es el que se producía cuando se pagaba en un bar o discoteca a escote. Las cuentas nunca cuadraban por muchas y certeras divisiones que se hacían para pagar la cuenta. Nunca fallaba la aparición del citado déficit. Pero siempre había alguien que pudorosa y generosamente lo cubría.
Por ello creo que el asunto no llegará a mayores. Tanto por un lado como por otro saben que nuestro país tiene muchas posibilidades o como dicen en la tele: varios ases en la manga; sin ir más lejos en el Museo del Prado a la que buscan y rebuscan se encuentran cuadros que según nos dicen, son de incalculable valor. Nuestros mares esconden tesoros como el del Odyssey cuyo valor contable es infinito. ¿Porqué enfadarse por un 1.4 si luego no saben calcular lo precioso? Uno no entiende que lo que tiene valor sea incalculable y sin embargo los gastos están contados al céntimo.
Pero volviendo a lo de los enfados debo decir que servidor es un romántico y estas desavenencias tan materialistas le afectan. Las encuentro poco elegantes. Ahora bien si todo es un montaje de relaciones públicas para que parezca que nuestro señor Rajoy marca distancias con la señora Merkel y de esta forma nos quiera convencer de que va de independiente, definitivamente me haré del Bayern Munich. Lo aviso muy en serio.
No se puede jugar con los sentimientos de la gente.
Hasta la próxima semana.
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Paco Fochs