El referéndum celebrado en Suiza para decidir si sus ciudadanos quieren tener quince días más de vacaciones está dando mucho de sí. No hay tertulia de bar o de oficina en la que no se comente el asunto, incluso en los «pasillos» del Congreso sus señorías dedican comentarios al respecto. Y es que incluso a los que se ponen estupendos y hacen un ejercicio de aparentar ser políticamente correctos, tienen que reconocer que tiene su aquel eso de negarse a disfrutar más de quince días de vacaciones al año.
Hay quienes sacan pecho y ponen a los suizos como ejemplo de trabajadores responsables como si el fin único de los seres humanos fuera trabajar de sol a sol. Moral calvinista, argumentan los defensores de esa fiebre por trabajar sin descanso, como si la moral de raíz católica que es la nuestra fuera incompatible con el trabajo.
Pero el caso es que esa supuesta moral calvinista es la que le lleva a creer a la señora Merkel que los países del sur pasamos más tiempo durmiendo la siesta que trabajando. Lo malo es que la señora Merkel lo cree realmente.
Puestos a creer lo que yo creo es que hay una leyenda negra respecto a que los ciudadanos del sur no trabajamos. Lo hacemos, y le echamos las horas que sean necesarias al trabajo, pero lo hacemos de otra manera, ni mejor ni peor, simplemente distinta. También me repatea esa especie de que los ciudadanos de los países del norte hacen mejor su trabajo. No es cierto, y no sé ustedes pero si miramos a nuestro alrededor nos encontramos que en los últimos años España tiene un numeroso plantel de científicos, investigadores, la pena es que nuestro país aún no haya entendido que si en algo tiene que invertir es en I+D y nuestros investigadores tengan que emigrar.
Pero también encontramos jóvenes capaces de inventarse nuevos trabajos, de poner en marcha empresas la más de originales, con las que vivir y hacer frente a la crisis. Talento no nos falta, otra cosa es que los poderes públicos en España no siempre estén a la altura que deberían de estar.
Trabajar hoy en día se ha convertido en un lujo, de tal manera que se nos intenta convencer que quienes tienen un trabajos son unos privilegiados y que deben de responder a ese privilegio sacrificando cualquier veleidad de descanso. Es una manera de explotar a la gente con más sutileza, pero explotarla al fin y al cabo.
La verdad es que yo no creo que los suizos sean mejores trabajadores que nosotros por solo disfrutar de quince días de vacaciones al año, al contrario. Pienso que en la vida el trabajo ocupa una parte importante, sustancial, pero que el ser humano necesita algo más. Me parece realmente que un ser humano está alineado cuando piensa que lo único que debe de hacer es trabajar y solo trabajar olvidándose de que también es necesario respirar, estar con la familia, con los amigos, leer, pasear, cerrar los ojos y soñar. Lo otro nos convierte en maquinas productivas y poco más. Con todo el respeto por los suizos, prefiero ser ciudadana del sur.
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Julia Navarro