No es habitual, quizá porque el mercado de la cosmética, la estética y la belleza es muy potente, que nuestros legisladores se impliquen en aprobar leyes que impidan la delgadez extrema de hombres y mujeres. Aunque hace tiempo se crearon comisiones parlamentarias con el fin de estudiar la incidencia que estas modas pueden tener en nuestros jóvenes, lo cierto es que estás comisiones, por las que desfilaron representantes de todos los sectores implicados, desde modelos famosas a diseñadores de prestigio, no llegaron a una conclusión definitiva sobre cuál es el peso ideal de una joven que mide 1,80, ó 1,60, entre otras razones porque nadie se considera culpable de cometer delito alguno, pero sobre todo por las dificultades que entraña controlar una corriente que no deja de crecer, y de causar estragos alimenticios, y a la que todos de una manera u otra nos sumamos, aún a nuestro pesar, bombardeados como estamos por poseer una silueta transparente.
Quizá por eso ha llamado tanto la atención que el Parlamento israelí haya aprobado una ley pionera que prohíbe a los anunciantes utilizar imágenes de modelos excesivamente delgadas. Una ley que va más allá y que prohíbe también las fotos retocadas a través de ordenador (que son mayoría), por considerar que todos estos métodos son una estafa (esto no lo dice la ley, lo digo yo) ya que originan modas que desencadenan trastornos alimenticios como la anorexia. Una enfermedad muy extendida, de la que apenas se habla, y que afecta a miles de chicos y chicas en nuestro país.
Doy fe que estar delgada se ha convertido en una obsesión no solo entre los/las más jóvenes, también entre las maduras, más ahora que nos adentramos en la primavera, y las ropas son más ligeras, de manera que no hay forma de ocultar el michelín, o los michelines, cogidos durante la época de invierno, cuando todas las redondeces quedan ocultas bajo el abrigo, los gruesos jerseys o las fajas-coraza, tan de moda entre artistas y presentadoras de televisión. Y digo yo, ¿no sería mejor, más gratificante, que en vez de intentar parecernos a Bar Rafaeli, que es de otro mundo, nos aceptamos tal como nuestra madre nos parió?
Frase que pertenece a un buen amigo, experto en moda, y que no entiende ese afán de las españolas por ocultar sus curvas, o por tener cuerpos de adolescentes cuando han pasado ya la barrera de los cuarenta, o de los sesenta. Si en España hemos legislado contra una costumbre tan arraiga y extendida como el tabaco -no se puede fumar en lugares cerrados-, hagámoslo para evitar que en las revistas, en las pasarelas salga gente que no parecen de este mundo. No hay datos de lo que se ahorraría si se aprobase una ley como la israelí, pero estoy segura que mucho dinero, lo redundaría en la salud de mucha gente.
Rosa Villacastín