El PP gana en Andalucía y el PSOE en Asturias. Ni uno ni otro partido podrán gobernar en sus respectivos territorios.
En Andalucía Javier Arenas se ha quedado corto cuando todo el mundo le daba como triunfador con mayoría absoluta. Es cierto que el resultado ha sido histórico, pero eso no será suficiente para gobernar si, como es previsible, Izquierda Unida firma pactos con los socialistas andaluces. Pero tratándose de la coalición que dirige Cayo Lara, y si Extremadura sirve de referencia, no es descartable que los populares puedan gobernar. No parece probable si nos atenemos a las caras y los tonos de sus palabras que han tenido Javier Arenas y José Antonio Griñán. Lo que es evidente es que en Andalucía la izquierda sigue siendo hegemónica por mucho tirón que en el resto de España tenga la derecha. El castigado ha sido el PSOE, cierto, pero no la izquierda, de ahí la enorme subida de IU. Los andaluces han castigado a los socialistas por dos cuestiones fundamentalmente: la crisis heredada de Zapatero y los escándalos de los ERE’s y otras corruptelas.
En estas, y con el PP de dulce, Javier Arenas –aunque haya ganado las elecciones- debería hacérselo mirar. Si en las actuales circunstancias políticas no ha podido ganar por mayoría absoluta, como se esperaba, es que el problema está en él.
Doblando el mapa, en Asturias se da la misma situación pero cambiando los colores. Gana el PSOE, pero no podrá gobernar si la derecha del Foro y del PP llegan por fin a un acuerdo y Álvarez Cascos se deja de «cabezonerías» y de mirarse el ombligo. El Principado no se merece un personaje así y después de lo sucedido este domingo quizá debería plantearse su futuro. Producto, probablemente del desencanto, ha aparecido el antipartido de Rosa Díez, cuyo programa e ideología está todavía por descubrir.
Pero con independencia de los resultados que deriven en gobiernos de uno u otro color en las dos comunidades, el PP y Rajoy deberían amplificar el análisis de los datos. En vísperas de la huelga general, que el PSOE no se hunda en Andalucía y que gane en Asturias puede ser un síntoma para no minusvalorar las opiniones contrarias a la reforma laboral. Necesaria, sí, pero con acuerdos y sin fragmentación.
La izquierda no la ha matado Zapatero y si resurge en Asturias y no se apaga en Andalucía es para no descuidarse y para que el Gobierno la tenga en cuenta.
De los resultados electorales de este domingo la única conclusión que puede sacarse es que quienes han ganado lo han hecho amargamente.
Aquí no hay dulces derrotas. En ningún caso.
Editorial Estrella